Día Mundial del Biodiésel
Todos los años, el 10 de agosto se celebra el Día Internacional del Biodiesel.
La fecha coincide con la puesta en marcha del primer motor diseñado por el ingeniero alemán Rudolph Diesel, quien utilizó aceite de palma como combustible. Fue en el año 1893.
Diesel se había propuesto desarrollar un motor de combustión interna que tenga un rendimiento muy cercano al máximo teórico propuesto por el físico francés Sadi Carnot. Su objetivo era encontrar una alternativa a las máquinas de vapor, poco eficientes, pesadas y costosas, a las cuales el ingeniero alemán catalogaba como un despilfarro de energía.
Como ocurrió con casi todos los grandes descubrimientos de la ciencia, el proyecto de Diesel estuvo a punto de fracasar.
En 1892, el ingeniero alemán intentó poner en marcha su primer prototipo utilizando amoniaco como combustible. Pero una explosión le causó serias heridas a él y a sus colaboradores. Carl Linde, su mentor y patrocinador, cansado de no ver resultados, decidió quitarle el apoyo financiero.
Sin bajar los brazos a pesar de sus problemas de salud causados por el accidente, encontró en Heinrich von Buz, director de la compañía metalúrgica Maschinenfabrik Augsburg-Nürnberg, más conocida como MAN, el apoyo necesario.
Un año más tarde, el 10 de agosto de 1893, Rudolf Christian Karl Diesel lograba exitosamente poner en funcionamiento la máquina que tanto soñó. En esta ocasión, el combustible empleado fue aceite de palma.
En 1897, MAN presentó el primer motor diésel de cuatro tiempos, que era capaz de desarrollar una potencia de 25 caballos vapor. La versión toleraba una amplia gama de combustibles, desde aceites vegetales hasta aceites de petróleo livianos, comúnmente conocido como fueloil, que eran utilizados para alumbrar las calles. En EEUU para esa época, la Standard Oil, que cosechaba denuncias de todo tipo por sus prácticas comerciales poco éticas, había monopolizado el mercado de combustibles.
Aún así, Rudolph Diesel insistía con el uso de aceites vegetales. Durante la gran Exposición Universal de París en el año 1900, a la que asistieron más de 50 millones de personas, el ingeniero alemán presentó su motor, al que hacía funcionar utilizando aceite de maní como combustible.
Tal era su convencimiento por estas fuentes vegetales, que en un discurso en 1912 expresó que “el uso de aceites vegetales para el combustible de los motores puede parecer insignificante hoy, pero tales aceites pueden convertirse, con el paso del tiempo, importantes en cuanto a sustitutos del petróleo y el carbón de nuestros días”.
Esta convicción por los combustibles biológicos es la que ha inspirado a que el 10 de agosto se celebre el Día Internacional del Biodiesel.
Sin embargo, por su elevada viscosidad, casi 10 veces más alta que el combustible diésel, los aceites vegetales dejaron de ser un combustible apropiado para los nuevos motores. Hubo varios intentos para reducir esa viscosidad de los aceites. El que más ha prosperado ha sido hacerlos reaccionar con alcoholes livianos, como el alcohol metílico, dando como resultado el biodiésel.
Se denomina biodiesel al éster metílico obtenido a partir de la reacción de transesterificación entre un triglicérido, como son los aceites vegetales o las grasas animales, y un alcohol liviano, principalmente alcohol metílico, destinado a reemplazar combustibles diésel derivados del petróleo.
Una variante del biodiesel es el diésel renovable, que consiste en la reacción a alta temperatura y presión y en presencia de hidrógeno de los aceites vegetales y grasas animales en hidrocarburos parafínicos, imitando las moléculas del combustible diésel fósil.
Por utilizar materias primas de origen vegetal en lugar de fósiles, al considerar el ciclo completo de emisiones, el biodiesel y el diésel renovable alcanzan una reducción de emisiones del 80% respecto al combustible diésel convencional derivado del petróleo.
Por eso, a partir de los años 90 y con las preocupaciones crecientes por las consecuencias del cambio climático, varios países comenzaron a adoptar medidas para impulsar el uso de biocombustibles, en particular biodiésel.
En Argentina comenzó a utilizarse en 2010, cuando entró en vigencia la Ley 26.093, que estableció el corte mínimo obligatorio de 5% en todo el gasoil para uso automotor y 20% para generación eléctrica. Este último nunca se cumplió.