Día Mundial del Sueño.
La fecha fue instaurada en 2008 por iniciativa de la Asociación Mundial de Medicina del Sueño (WASM: por sus siglas en inglés) y busca llamar la atención en torno a la importancia de dormir bien y sus consecuencias en diferentes planos de la vida: educativo, social, emocional y de la salud.
Este año, el Día Mundial del Sueño se celebra el 19 de marzo –siempre se ubica el viernes anterior al equinoccio de otoño para el hemisferio sur– y tiene por lema “Sueño saludable, envejecimiento saludable”.
Los científicos aconsejan realizar un experimento casero muy sencillo durante dos semanas:
– en la primera, simplemente dormir como uno lo hace siempre;
– en la segunda, introducir algunos cambios: evitar acostarse mirando la pantalla del celular o la televisión –en todo caso se pueden utilizar aplicaciones con filtro de luz azul–, ir a la cama en cuanto se siente el cansancio, descansar el tiempo que el cuerpo necesite y en un ambiente tranquilo, comer sano y no hacer siestas de más de treinta minutos.
Por último, comparar el desempeño en cada momento.
Según esta Asociación, los trastornos del sueño constituyen una epidemia global que amenaza la salud y la calidad de vida de hasta el 45% de la población mundial. La OMS considera ya los trastornos del sueño como una epidemia de Salud Pública.
Los trastornos del sueño pueden clasificarse en cuatro grupos:
- Trastornos con somnolencia diurna excesiva como narcolepsia, síndrome de apneas del sueño e hipersomnia idiopática.
- Trastornos con dificultad para conciliar y mantener el sueño, conocido como insomnio.
- Trastornos de conductas anormales durante el sueño (sonambulismo, terrores nocturnos o pesadillas).
- Trastornos del ritmo sueño-vigilia.
Dormir es una actividad necesaria para restablecer el equilibrio físico y psicológico de las personas.
Un descanso adecuado nos permite obtener la energía que necesitamos en el día a día, además de mejorar nuestra atención, memoria y rendimiento. Hacerlo de forma inadecuada tiene efectos para nuestra de salud a corto y a largo plazo.
Pueden aparecer problemas como por ejemplo somnolencia diurna, cansancio, alteraciones en el estado de ánimo, irritabilidad, aumento del riesgo de accidentes (por descuidos y errores).
También existe evidencia que indica una asociación entre la falta de sueño con patologías como la hipertensión, el sobrepeso y también afecta a nuestro bienestar y calidad de vida.
El número de horas para un descanso adecuado oscila entre 7 u 8 horas aunque estas cifras dependen de cada persona.
El tiempo ideal es aquel que va a permitir que la persona realice las actividades diarias con normalidad.
La media de horas que duerme un adulto en nuestro país es de 6,8 horas.
En el caso de la población de 0-14 años la Encuesta Nacional de Salud refleja que duermen una media de 9,8 horas.
Existen diversos factores que pueden influir en la aparición de trastornos del sueño:
- Factores como el género, la edad, el nivel socioeconómico y el estado de salud.
- Factores hereditarios. Aunque existen pocas investigaciones, se sugiere que el insomnio podría heredarse en gemelos o familias.
- Factores psicológicos: sentimientos negativos, situaciones estresantes, trastornos de ansiedad, depresión o trastornos de personalidad obsesivos.
A pesar de que muchos trastornos del sueño son prevenibles y tratables, solo un tercio de las personas buscan ayuda profesional.
Existen diversos tratamientos como pautas de higiene del sueño, tratamientos psicológico y el tratamiento farmacológico.
Sin embargo, el uso de medicación debe limitarse exclusivamente a aquellos casos en los que lo demás tratamiento no han tenido el efecto deseado.