Dos Grupos de Demencias…
Existen dos grupos de demencias: las degenerativas (como el Alzheimer) y las vasculares. Aunque su origen difiere, sus factores de riesgo son iguales.
El concepto de demencia senil se está dejando de utilizar porque «no es más que la aparición de la demencia tipo alzheimer en la población mayor por encima de los 80 años», explica el doctor Rafael Arroyo, jefe del servicio de neurología del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid.
Existen dos grandes tipos de demencia en la actualidad: las degenerativas y las vasculares.
Mientras que en las primeras van muriendo neuronas, como es el caso del Alzheimer (y son más frecuente en los países occidentales); las segundas, sin embargo, se originan por procesos vasculares cerebrales (isquemias, infartos cerebrales o hemorragias cerebrales). Es importante saber diferenciar ambas.
La demencia degenerativa, que tiene como prototipo la enfermedad de Alzheimer, por definición va siempre a más. Algunas veces esta degeneración y pérdida de neuronas es muy acelerada, mientras que otras se ralentiza. Sea como sea, hay que tener en cuenta que siempre progresa, y de ahí la importancia de una detección precoz, para tratar con los mejores medicamentos que tengamos y que su avance sea lo más lentamente posible.
Debemos empezar a preocuparnos cuando suframos pérdida de memoria. Tener problemas de orientación, olvidarse de cosas que antes se sabía hacer y que cada vez cuestan más y ser incapaces de planificar el día a día son claros signos de alzheimer. Al principio, estos signos son muy sutiles, pero luego van progresando.
Mientras que en la demencia degenerativa, tipo Alzheimer, los síntomas progresan lentamente, en las vasculares aparecen en escalones. Es decir, se producen claros empeoramientos que mejoran luego poco a poco. Y si se sufre otro ictus, se vuelven a perder funciones cognitivas.
Tanto si se trata de una demencia degenerativa como vascular, es fundamental controlar bien los factores de riesgo cardiovascular: la tensión arterial, el colesterol, el azúcar, el tabaco, el sedentarismo y la obesidad. Para ambas demencias, estos factores no controlados agravan la evolución de la enfermedad. Llevar una vida activa, física y cognitiva, también ayuda.
El diagnóstico temprano es vital para una mejor calidad de vida en cualquier tipo de demencia. La mayoría de las terapias que existen actualmente son mucho más eficaces si se inician con el deterioro cognitivo leve.
Es importante comenzar el tratamiento rápido y en los primeros estadios (sobre todo en las demencias degenerativas), para conseguir que la evolución sea más lenta.
Hoy en día, se están llevando a cabo varias investigaciones muy importantes a nivel internacional que buscan tratamientos en estadios iniciales, antes incluso de que la demencia se pueda diagnosticar por completo. En ellas se atacan los depósitos tóxicos anómalos del cerebro (beta-amiloide y proteína tau) para que la enfermedad avance de forma más lenta.
¿Existen formas para que yo pueda ayudarle a recordar? La memoria perdida no se puede recuperar, pero sí podemos establecer una serie de rutinas en casa que harán que recuerde de manera instintiva lo que le toca hacer después, explica la doctora Nina Gramunt, Investigadora del Estudio Alfa de la Fundación Pasqual Maragall.
¿Cómo le debo hablar? Con lenguaje simple y pausado, sin ser excesivamente lento. Evita hacerlo atropelladamente. Cuando le quieras dar instrucciones, intenta que sean breves y entendibles. Ten paciencia para repetirlas tantas veces como haga falta y de la misma manera. Si se las reformulas de otra forma, como su velocidad de procesamiento es más lenta, va a mezclar fragmentos de la primera, segunda y tercera consigna generándole más confusión. Utiliza palabras de uso frecuente y potencia el lenguaje no verbal (visual y con gestos).
¿Cuál es la mejor manera de reaccionar si se confunde? Ejercitando la empatía. La persona con demencia vive en un estado de desorientación y confusión, y algunos objetos ya no sabe para qué sirven. Si utiliza un cuchillo como peine, no discutas ni le grites, coge el cubierto suavemente y dile que se puede hacer daño. Dale otra cosa para que se entretenga o distráele con otra actividad.
¿Y si deambula sin rumbo fijo? Potencia la proximidad física, acompáñale, tómalo del brazo, pregúntale si está nervioso o busca algo y mira si con sus gestos puedes adivinar qué quiere. También puede tratar de expresar un dolor físico. En ese caso, consulta al médico para ver que está todo en orden.