El Observatorio de la UCA y la Pobreza.
El nivel de indigencia (gente pobre cuyos ingresos ni siquiera les alcanzan para comprar la cantidad mínima para alimentarse), se mantuvo en el 8,8%.
Los planes sociales “son fundamentales para evitar que se dispare la indigencia». citaron y sin estas ayudas ese índice aumentaría del 8,8% al 18%.
En cuanto a la pobreza, la estimación de la UCA es que sin los planes pasaría de 43,8% a 48,9%.
Tanto en el 2020, con las restricciones para combatir el Covid 19, como este año, gravitó con fuerza el “efecto desaliento”: desocupados que abandonaron la búsqueda de empleo al ver que disminuían las chances de conseguir trabajo.
La UCA estimó que, sin este desaliento, y sin las vacantes que se abrieron por las licencias y suspensiones por Covid-19, la desocupación se habría incrementado a niveles cercanos al 28,5% en 2020 y al 12,5% en 2021.
El 43,8% de la población en son alrededor de 18,4 millones de personas. Se advierte, también, un deterioro de la clase media.
De acuerdo a la investigación de la UCA, en el informe “Crisis del empleo, pobreza de ingreso y privaciones sociales estructurales 2010-2021”, ese 43,8% surge de la suma de dos categorías.
Por un lado, un 35% de pobreza, sector cuyos ingresos cubren la Canasta Básica Alimentaria (CBA) de acuerdo al Indec, pero no logran alcanzar cubrir otros gastos como vivienda, salud, educación, entre otras cosas.
Por el otro, un 8,8% de indigencia, como referencia al sector de la población más relegado en términos socioeconómicos. Este último dato es el más alarmante, ya que se trata de personas que no pueden satisfacer necesidades básicas de vivienda, alimentos, salud y educción.
Tomando el período 2020-2021, con los efectos de la cuarentena estricta, se verificó que hubo una leve caída de la indigencia, del 9,8% al 8,8. Por su parte, la pobreza pasó de 34,9 a 35 puntos en el último año.
Este porcentaje de indigencia se mantiene “compensado” gracias a la cobertura de programas sociales (como AUH, subsidios, Tarjeta Alimentar, bolsones de comida, entre otras prestaciones), que permiten absorber el impacto de la crisis económica de forma parcial.
El repunte de 2021, que muestra una mejora respecto a 2020, aún no alcanza para recuperar lo perdido de los niveles previos a la pandemia. La mejora de ingresos se vio afectada sustancialmente por la inflación, de este modo los aumentos salariales fueron absorbidos por el incremento del costo de vida.