Evita es Inmortal.
Eva Perón murió el 26 de julio de 1952 en un Buenos Aires frío y lluvioso a las 20 y 25 horas.
Tenía apenas 33 años.
Pocas horas más tarde, se tomaron las primeras medidas para embalsamar su cuerpo y preparar su velatorio.
Al día siguiente, vestida de blanco, en sus manos cruzadas un rosario regalo del Papa Pio XII, fue colocada en un ataúd con tapa de cristal cubierto con la bandera argentina.
El cortejo fúnebre salió de la residencia presidencial abriéndose paso entre la multitud que lo aguardaba y se desplazó lentamente hasta el Ministerio de Trabajo y Previsión, donde ella tenía su oficina y donde la esperaba una muchedumbre.
Se instaló la capilla ardiente en el hall de entrada con una guardia de cadetes militares y navales.
El ataúd, rodeado de claveles blancos, estaba enmarcado por un crucifijo de marfil, de plata y oro, y dos candelabros.
Esa misma tarde comenzó el velatorio que se extendió hasta el 11 de agosto por el número extraordinario de personas, tanto de Buenos Aires como de las provincias, que insistían en despedirse de Evita.
El 9 de agosto, fue colocada en una cureña de dos metros de altura. Precedida por autoridades militares y seguida por un imponente cortejo funebre fue trasladada al Congreso para recibir los honores debidos a un presidente en ejercicio mientras una muchedumbre silenciosa se apiñaba a lo largo del recorrido.
El 10 de agosto, la cureña fue llevada a la sede de la Confederación General del Trabajo (CGT), en una carroza de la central obrera, tirada por trabajadores en ropa de trabajo y seguida por un vehículo lleno de flores, una vez más acompañada por la multitud.
En la CGT, se terminó de embalsamar el cuerpo y allí quedó depositado, esperando la construcción de un monumento en honor de la «Jefe Espiritual de la Nación» título que le había concedido el Congreso el 7 de mayo de 1952.
Luego del los bombardeos a la Plaza de Mayo del 16 dejunio de 1955 y la destitución de Juan Domingo Perón el 16 de septiembre de ese año, encabezados por el General Pedro Eugenio Aramburu, un nuevo grupo de militares tomó el poder el 15 de Noviembre de 1955.
Estaban convencidos de la necesidad de depurar la Argentina de todo resabio peronista.
Entre otras medidas, disolvieron el Partido Peronista, encarcelaron a numerosos militantes e inhabilitaron a los dirigentes, intervinieron los sindicatos y derogaron la Constitución de 1949 con su legislación social y laboral.
Reprimieron la tentativa de rebelión liderada por el General Juan José Valle (10-12 de junio de 1956) con su fusilamiento y el de otros militares y la ejecución de militantes civiles y militares en los basurales de José León Suárez.
Borraron el nombre de Perón y Evita de calles, edificicios, municipios, ciudades y provincias.
Destruyeron sus estatuas y sus fotos y quemaron los libros que hablaban de ellos. Tener una foto de Evita o de Perón, fue declarado un crimen penado con varios meses de cárcel.
Se ensañaron particularmente con ella. Intentaron reescribir su vida, reemplazando la versión peronista con otra que reflejara lo que ellos pensaban de ella. Trataron de borrar la idea de su cuerpo embalsamado, que esperaba todavía en la CGT la construcción de un monumento.
Primero lo encerraron en el tercer piso de la central obrera y luego escondieron el lugar en que lo pusieron. Finalmente, en una operación ultra secreta, fue transportado fuera del país y depositado en un lugar desconocido, o sea que fue desaparecido.
Evita se transformó así en la primer desaparecida de una larga lista de desaparecidos que veinte años después dejaría otra dictadura militar.