La Noche de los Bastones Largos.
Se cumplen 58 años de “La Noche de los Bastones Largos”, que terminó con un saldo de 300 heridos y 400 detenidos.
El 29 de julio de 1966, la dictadura encabezada por el General Juan Carlos Onganía decidió desalojar distintas facultades de la Universidad de Buenos Aires (la de Ciencias Económicas fue la primera) y reprimir a las autoridades, los profesores y alumnos que reclamaban en defensa de la autonomía universitaria. Esa noche, conocida luego como «la noche de los bastones largos», se convirtió en uno de los momentos más deleznables de la historia argentina.
El dictador Onganía había decretado no solo la intervención de las universidades nacionales, sino también la «depuración» académica. Es decir, expulsar a cualquier tipo de oposición que realizara alguna actividad dentro de aquellos establecimientos educativos.
La violencia en cinco facultades de la UBA en aquella noche fue feroz. Palos de la Guardia de Infantería de la Policía Federal contra profesores, estudiantes y no docentes que ocupaban los edificios en defensa de la autonomía y la libertad de cátedra. Palos a los que la recientemente instaurada dictadura militar de Onganía consideraba opositores.
Como consecuencia, más de 700 académicos fueron obligados a abandonar sus puestos de trabajo y, muchos de ellos, se exiliaron en el exterior. A partir ahí, comenzó un éxodo de brillantes investigadores y científicos.
La noche de los bastones largos resultó el cierre de un ciclo de continuo crecimiento universitario. En las aulas e incluso los laboratorios se estaba diseñando un proyecto científico y tecnológico inédito en el país.
A su vez, lo aprendido en noches como la de los bastones largos le permitió al sistema de ciencia y técnica de nuestro luchar contra estos embates cíclicos que se fueron sucediendo década tras década hasta hace muy pocos años. A pesar de todo, la calidad de la enseñanza universitaria y de la formación de posgrado garantizan la cointinuidad de un sistema, considerado de los más importantes de Latinoamérica.
Pero hay que reconocer que cada golpe que recibe este sistema repercute siempre en la ardua tarea de la recuperación. Volver a empezar. Por todo esto es tan importante recordar lo que sucedió aquel 29 de julio de 1966. Para que no se repita.