«La Noche de los Lápices»
El Día de los Derechos del Estudiante Secundario fue instituido por la Comisión Provincial por la Memoria, en conmemoración a «La Noche de los Lápices», ocurrida en 1976.
Ese día, 16 de septiembre, entre las 12:30 y las 5 horas, son secuestrados, de los domicilios donde dormían, los estudiantes secundarios y militantes de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), rama estudiantil del peronismo revolucionario de La Plata.
Esta agrupación, junto a otras escuelas, había reclamado en 1975, ante el Ministerio de Obras Públicas, el otorgamiento del boleto estudiantil secundario.
LEY N° 29 : «Artículo 1º.-Se establece la fecha del 16 de Septiembre, en conmemoración a «La Noche de los Lápices¨, como Día de los Derechos del Secundario, el cual quedará incorporado al calendario escolar de cada ciclo lectivo.»
La Noche de los Lápices fue uno de los sucesos más dramáticos de la represión vivida en aquellos años.
Llegaron a 250 los desaparecidos entre 13 y 18 años, la mayoría estudiantes de escuelas secundarias.
Reclamar por el boleto estudiantil, como venían haciendo, era considerado un atentado que se debía reprimir de inmediato.
Las víctimas eran militantes de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), que habían participado en la movilización que un año antes había conseguido la implementación del Boleto Estudiantil Secundario (BES).
En agosto de 1976, la dictadura decidió suspender este beneficio con el propósito de identificar a los referentes del movimiento estudiantil que había encabezado este reclamo.
La noche del 16 de septiembre se inició un operativo conjunto de efectivos policiales y del Batallón 601 de Ejército para capturar a nueve jóvenes que tenían entre 16 y 18 años. Se los llevaron de sus casas esa madrugada.
Durante su secuestro, los jóvenes fueron sometidos a torturas y vejámenes en distintos centros clandestinos, entre ellos el Pozo de Arana, el Pozo de Banfield, la Brigada de Investigaciones de Quilmes y la Brigada de Avellaneda.
La mayoría de estos estudiantes secundarios permanecen aún desaparecidos (sólo cuatro pudieron sobrevivir, Pablo Díaz, Gustavo Calotti, Emilce Moler y Patricia Miranda) y componen la nómina de 232 de adolescentes secuestrados durante la última dictadura cívico militar.
Este episodio, por lo tanto, constituye uno de los crímenes de lesa humanidad cometidos por el terrorismo de Estado.