Larreta y su «Reemplazo» en los Comedores Escolares
La única verdura que reciben en los últimos días es zanahoria.
La fruta comienza a escasear, la banana brilla por su ausencia.
Cuando las y los vice directores –que tienen a su cargo el control de los comedores– reclaman a las empresas proveedoras de las materias primas por los faltantes, reciben como respuesta: “Estamos autorizados”.
El paquetito de galletitas antes traía cuatro, ahora tres.
Las vainillas son enanas, casi la mitad de lo que medían antes, ponen dos y están dando una vainilla a cada nene.
Ya se eliminó el pan de la dieta, en este caso sin reemplazo.
Los fideos siguen ocupando un buen lugar del menú.
Se incorporaron las lentejas en reemplazo de la carne en el pastel de papas, con la explicación de que “es nutricionalmente mejor”, por su aporte de hierro. Un extraño caso de preocupación nutricional selectiva.
El “reemplazo” que elimina las bananas y su potasio, pero hay otra alerta: en la primera semana de julio redujeron sin aviso previo, diez desayunos y once almuerzos, diez tacitas de mate cocido con leche, de yogur o de chocolatada de segunda marca, y diez magdalenas que apenas superan los 20 gramos.
Para dar una idea, por pliego, un plato de fideos tiene que llevar 5 gramos de queso y 12 de tomate. Son siete cajas de tomate para los fideos de casi 300 chicos.
En las escuelas porteñas de doble jornada el comedor es pago.
Se abonan 110 pesos por almuerzo, 55 pesos a los que tienen media beca y no pagan los que reciben la beca completa. El trámite para reducir el costo se transformó en un peregrinar de muchos padres por los CGP (Centro de Gestión y Participación).
Sin ser una norma escrita hay chicos y chicas que se retiran a comer a sus casas porque los que quieren llevar «viandas» no pueden recibir el trato (calentamiento) por falta de personal.
La participación del Ministerio de Educación en el gasto total del presupuesto de la Ciudad de Buenos Aires (sin transporte, vivienda y seguridad), es el más bajo de la historia: 21,9 por ciento cuando en años como 2007 llegó al 30,4 por ciento.
En un contexto de fuerte aumento de la demanda por la situación social, en lugar de reforzar a los comedores, se planificaron 5 millones de raciones menos”, denuncia Cecilia Segura, presidenta de la Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires.
“Las 19 empresas que prestan el servicio en comedores no lo hacen en las condiciones de calidad y cantidad que deben por pliego, y el gobierno controla muy poco y mal”, agregó.
La ley sancionada por la Legislatura Porteña en 2010 garantiza para los comedores escolares “alimentación variada” (que incluya todos los grupos de alimentos y no solo los de menor costo), “cantidad equilibrada” de macro y micro nutrientes, y “alimentación segura”, que minimice los riesgos sanitarios y excluya situaciones de intoxicación como la que recientemente se vivió en una escuela de Villa Crespo.
La escuela Alvarez Thomas de Villa Pueyyredón (con problemas con Rodríguez Larreta por el uso de su natatorio) tiene el comedor auto gestionado y funciona mejor y más barato.
La cooperadoras escolares quieren discutir la calidad, descubrir qué hay adentro de los ultraprocesados que les dan a los chicxs, porque anuncian ‘milanesa’ y es ‘platinesa’, dicen ‘tortilla de verdura’ y es un medallón verde, también ultraprocesado”, advierten.
Y agregan «hay una urgencia: que en nuestras escuelas coman todos los pibes y pibas. Es inadmisible que vuelvan a decir: si no tramitaste la beca, no podés comer. Los derechos de los niños están primero, lo administrativo, después”.