María Bernaviti de Roldán y el 17 de Octubre.
María Bernaviti de Roldán fue la primera delegada sindical mujer en América Latina.
Su participación en la histórica movilización popular del 17 de octubre de 1945 marcó el rumbo del feminismo y de la clase trabajadora.
Desde el palco de la Casa Rosada tomó el micrófono para dejar atónita a las masas y a las máximas referencias, tan acostumbradas a escuchar en la política solo las voces de los hombres.
Trabajaba en el frigorífico de “Swift” ubicado en Berisso. Pero una vez más, por ser mujer, su historia quedó solapada en algunos pocos registros de la historia argentina.
«Soy una mujer del frigorífico Swift que corta carne con una cuchilla más grande que yo«, le respondió al general Edelmiro Farrell con una firmeza inolvidable, minutos antes de que diera aquel discurso y de que el mismo Juan Domingo Perón la recibiera junto a otras dos delegadas del Sindicato Autónomo de la Industria de la Carne y a su fundador Cipriano Reyes.
Una de nuestras primeras referencias feministas en la historia, doña María supo bien que esos derechos conquistados debían defenderse de aquel entonces para siempre.
“La verdad es que el sindicalismo es más lindo que la política; la lucha sindical es más linda que la política”.
El presidente Juan Domingo Perón la escuchaba atentamente.
No podemos permitir más, coronel Perón, que voten los alcohólicos, los locos, los muertos. Ahí Perón comenzó a reír. Porque usted sabe, coronel, que han votado los muertos. Cuando estaban los conservadores, votaban los muertos, los monjes, con todo el respeto que se merecen, y nosotras tenemos que escuchar a nuestros esposos, a nuestros hermanos, a nuestros tíos que nos digan que ya el pueblo votó.
¿Y nosotras no somos pueblo?
Cuando la mujer terminó de hablar, Perón le preguntó al oído a Reyes si la señora que hablaba era una doctora. Reyes riendo le dijo:
No! Es una obrera de la carne.
Aunque fue la primera mujer delegada sindical de Latinoamérica, su historia hay que rastrearla con lupa, nos cuenta en su libro “Marea Sindical”, Tali Goldman. Se fue reconstruyendo gracias a relatos orales y testimonios mezclados con recuerdos nebulosos que dieron como resultado la figura legendaria del sindicalismo que actualmente representa.
Eran días agitados. Cipriano Reyes, fundador del Sindicato Autónomo de la Industria de la Carne y del Partido Laborista en 1945, estaba recorriendo el país para organizar, aun sin saberlo, lo que sería un episodio histórico y trascendental no sólo para el peronismo, sino para el devenir de la historia argentina.
Aquel 17 de octubre, bien temprano, María recibió el llamado de Reyes. El general estaba preso en la Isla Martín García y era hora de salir a la calle. Era ya.
María fue corriendo a los dos frigoríficos que quedaban a 1 km y medio de distancia, el Swift, donde trabajaba ella y el Armour, donde lo hacia su esposo. María entró aquella mañana como pudo a los frigoríficos y empezó a sacar a las calles a los trabajadores. El plan era parar el frigorifico y llegar hasta la Plaza de Mayo para pedir la libertad de su líder.
Caminaron 15 km hasta la plaza San Martin de La Plata.
En las escalinatas de la casa de gobierno, en medio de una marea de gente y con una jornada muy calurosa, la sindicalista megáfono en mano dio un discurso encendido arengando a las masas.
-Si Perón no aparece en la Plaza de Mayo vivo y sano, antes de las 12 de la noche, los obreros seguiremos sin trabajar, paralizando al pueblo argentino pase lo que pase. Viva Perón!
La ciudad portuaria de Berisso fue cuna de inmigrantes del siglo XIX que llegaron desde Europa en busca de prosperidad. Esas gentes, con historias de carencias y sacrificios fueron interpeladas por un militar en ascenso secretario de Trabajo y Previsión Social.
Para los trabajadores de Berisso había un antes y un después de Perón.
María Roldán tuvo una actuación muy relevante en esta movilización, una mujer cuya historia es similar a la de muchas familias inmigrantes de aquella época.
Su padre, Agustín Bernaviti, escapó de Italia a los 18 años, fue políglota y violinista, pero se defendió como albañil. Con ideas anarquistas y un fuerte compromiso con los trabajadores, tuvo que enfrentar persecuciones y antagonismos.
Su madre, Natalia Souto, también había escapado de una España sumida en el hambre y la miseria.
Se casaron y tuvieron dos hijas, Josefa en 1907 y María en 1908.
María respiró aires de política y problemáticas sociales desde chica y quería estar afuera, en la lucha, como su padre.
Tuvieron que huir a La Pampa, por una persecución, allí los espero un mundo rural riguroso y sacrificado.
Es cuando tiene 16 años aproximadamente cuando conoce a Vicente Roldán, un joven treintañero, quien también llega a La Pampa huyendo pero por un problema amoroso.
Allí se casaron María y Vicente y al cabo de un tiempo regresan a Berisso acorralados por la miseria y el hambre.
Ambos trabajaron en los frigoríficos.
Tuvieron tres hijos, uno de los cuales con una enfermedad degenerativa que termina con la muerte temprana.
Se instalan en un conventillo de la calle Nueva York, y pronto sucede que Cipriano Reyes, quien conocía a Vicente, le propone ser delegada sindical por su condiciones y su lucha vigorosa.
La vida cotidiana del frigorífico era como una película de terror. El ingreso al interior de un monstruo gigante donde la oscuridad, la humedad, los olores rancios y ácidos se convertían en el escenario cotidiano.
María había entrado en la sección de picada en el Swift, que consistía en picar carne, sacarle el nervio y separar ambas partes en distintos tachos. La jornada empezaba a las 6 de la mañana y terminaba a las 8 de la noche. Con suerte, y si no había inconveniente, tenían una hora para almorzar. Había que picar 100 kg de carne por hora y eran controladas que se respete esa consigna, con peligro de ser despedidas o humilladas públicamente, si no lo lograban.
El trabajo se hacía en silencio, sin descanso, sin atender molestias o accidentes. Ni las mujeres embarazadas tenían algún mejor trato o consideración.
Por eso cuando Cipriano Reyes le propuso ser delegada acepto sin demoras.
A pesar de su accionar destacado María figura poco y nada en la historia del peronismo. Su labor fue clave para la movilización de la gente aquel 17 de octubre, cuando el 50 por ciento de los manifestantes provenían del sur de la ciudad.
Para su hija Dora mucho de la invisibilización tuvo que ver con que fuera una mujer. Recuerda que muchas oportunidades no la hacían participe de reuniones o viajes reservados para los varones.
Maria Bernaveti murió el 6 de julio de 1989.
Fue una de las principales impulsoras de la campaña por el voto femenino durante el primer gobierno de Perón. Siguió siendo amiga de Reyes, aunque el dirigente laborista se distanció del peronismo. Hasta la muerte de María solía visitarla y Dora recuerda el mismo diálogo:
La consolidación en el poder del peronismo no fue para nada armónica. María mantuvo su lealtad, al verdadero sindicato de la carne.