Masacre de Floresta – 2001

Publicado: 29 dic 2024
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Madrugada del 29 de diciembre de 2001.

Maximiliano Tasca, Cristian Gómez, Adrián Matassa y Enrique Díaz tomaban una cerveza en el kiosco de la estación de servicio ubicada en Av. Gaona y Bahía Blanca, barrio de Floresta (CABA).

Mientras, miraban las imágenes de la pueblada en Plaza de Mayo contra el recién asumido presidente Adolfo Rodríguez Saa.

Cuando vieron la caída al piso de uno de los oficiales que reprimían en aquella jornada y la resistencia de las personas que se manifestaban, Maxi hizo un comentario sobre la “justicia” que ese instante le significaba.

Esa frase fue suficiente para que el suboficial Juan de Dios Velaztiqui desenfundara su arma y vaciara el cargador sobre los chicos.

El único que logró escapar, gracias a su velocidad y a la mala puntería del policía fue Enrique. Maxi, Cristian y Adrián murieron producto de los disparos.

 

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Acto seguido, comenzó el “operativo encubrimiento”: Velaztiqui sacó los cuerpos, les tiró un cuchillo tramontina al lado y, al llegar sus compañeros de la comisaría 43ª, plantó la teoría de siempre, “delincuentes abatidos”.

Esto fue replicado, rápidamente y cómo siempre ocurre, por los medios de comunicación hegemónicos, igual que en miles de casos registrados en los archivos. Cristopher “Bocha” Rego, Christian “Paragüita” Toledo o el reciente caso de Lucas González, por citar apenas algunos.

Velaztiqui se había retirado de la Policía Federal, pero al año había sido reincorporado para prestar servicios adicionales.

En su primera etapa en la PFA, Velaztiqui estuvo implicado en varios hechos represivos durante la dictadura cívico-eclesiástica–militar, de los cuales salió impune. Una prueba más de cómo se entrelazan los distintos eslabones, incluído el Poder Judicial, para concluir en la represión como una política de estado.

En plena dictadura cívico-militar, Velaztiqui estuvo involucrado en una violenta represión durante un partido entre Nueva Chicago y Defensores de Belgrano, que terminó con decenas de detenidos: los hinchas del Torito comenzaron a cantar la marcha peronista, censurada en aquella época.

El policía, en aquel entonces sargento primero de Caballería, estuvo a cargo de ese operativo y hasta se ganó un curioso apodo del diario Crónica: “El Trotador”. Velaztiqui obligó a correr a los 49 detenidos con las manos en la nuca hasta la comisaría, mientras los golpeaban. En 1985, un juez lo absolvió por ese caso.

Tal como ocurrió en 1987, a partir de la Masacre de Budge, o con la Masacre de Monte en 2019, el barrio rápidamente se movilizó.

Gracias a la lucha colectiva, junto a organizaciones sociales, políticas y de DDHH, se logró sentar en el banquillo de los acusados al suboficial Juan de Dios Velaztiqui, y condenarlo a cadena perpetua.

En 2012, la Justicia lo benefició con la prisión domiciliaria y desde entonces Velaztiqui vive en la casa de una hija en Berazategui.