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Masacre de los Padres Palotinos.
Publicado: 04 jul 2020
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Fría madrugada del 4 de julio de 1976, las imponentes casas del la zona residencial de Belgrano R serán testigo de la llamada Masacre de San Patricio.
El Padre Alfredo Leaden, de 57 años, era delegado de la Congregación de los Palotinos Irlandeses; el Padre Pedro Duffau, de 65 años, era profesor; el Padre Alfredo Kelly, de 40 años, era director del Seminario de Cataquesis en Belgrano y profesor en el Colegio de las Esclavas del Santísimo Sacramento; Salvador Barbeito, de 24 años, era seminarista, profesor de filosofía, psicología y catequista además de rector del Colegio San Marón; Emilio Barletti, de 25 años, era seminarista y profesor.
Una vez el padre Alfie se enteró de que miembros de su feligresía del barrio de Belgrano participaban de remates de bienes robados a desaparecidos, les explicó que, lejos de ser evangélico, era una forma de contribuir con los asesinatos, hacerse cómplices.
La homilía trascendió con el nombre de “sermón de las cucarachas”.
Poco antes de morir el Padre Kelly recibió una carta con varias firmas de vecinos de Belgrano. Lo acusaban de “comunista”. “Si a mí me matan, se van a arrepentir”, dijo.
Los vecinos vieron un Peugeot negro estacionado con cuatro hombres y un patrullero que se detuvo y luego se alejó.
Rolando Savino, el organista que encontró los cuerpos, contó lo que vio aquel día: “Cuando llego al primer piso veo una escena rara, era todo un desorden. Toda la casa tirada por el pasillo. Había colchones, papeles. La puerta escrita con la leyenda que decía: por los camaradas dinamitados en Coordinación. Insultos. Y yo no salía de mi asombro hasta que llego y veo la habitación, los cuerpos. Yo pensé que estaba soñando. Me tomó casi diez minutos cerciorarme que no era un sueño, una pesadilla. Atino a bajar despacio las escaleras. Salgo y toda la gente me pregunta qué pasó”.
Los Palotinos nunca se presentaron en la causa penal. Este es un dato importante dado que habla del silencio público de la jerarquía de la Iglesia católica ante la masacre y la posición de complicidad con la dictadura. Y el debate interno que esta masacre generó y aún genera, al interior de la orden.
En el año 2001, el entonces arzobispo de Buenos Aires Jorge Bergoglio hizo un reconocimiento a los cinco religiosos e impulsó la creación de un tribunal y la apertura de la causa canónica.
De acuerdo a las leyes católicas, ese proceso tiene dos vías: la constatación de la existencia de milagros o la designación de los muertos como mártires.
En 2009 y 2011, Bergoglio buscó consensos entre los obispos argentinos para la declaración del martirio. Pero ninguna de las consultas prosperó. Hubo obispos que no se manifestaron favorables a la causa y Bergoglio decidió esperar mejores vientos, según una fuente de los Palotinos.