Murió Cacho Fontana
Su salud estaba bastante deteriorada. Se había contagiado por primera vez de Covid-19 en 2020 y además había atravesado cuadros de neumonía.
Su voz se mantuvo inconfundible hasta el final.
Fontana nació en el barrio porteño de Barracas el 23 de abril de 1932 y durante muchos años fue un locutor de voz límpida e inconfundible, icono de los micrófonos desde su debut en radio en 1950 hasta la década de 1990, cuando comenzó como animador en el cabaret Chantecler, en la calle Paraná al 400, cuartel general de la orquesta de Juan D’Arienzo, y también en el café Tango Bar.
Entre 1955 y 1966 fue la voz emblemática de Radio El Mundo, luego ingresó a Rivadavia e integró el equipo de José María Muñoz y Enzo Ardigó que relató el Mundial de Fútbol de Inglaterra, en el que participó la Argentina y fue el último que se transmitió solo por radio y no por televisión.
Tuvo un éxito singular con «Fontana Show», emitido por Rivadavia, que se transmitió durante más de 15 temporadas y un brillante pasaje por la televisión en «Odol pregunta», entre 1963 y 1973, entre otros hitos de una extensa trayectoria.
Pinky y Cacho Fontana abren el programa desde la calle, alguna sonrisa, y, tomados del brazo, ingresan al canal. Atrás queda la Avenida Figueroa Alcorta desbordada de autos inmóviles que presencian la escena; de fondo se escuchan algunos bocinazos.
Pinky y Fontana atraviesan los largos pasillos de ATC, la vanguardia televisiva en ese momento: el canal se había inaugurado menos de cuatro años antes, en ocasión de otra ola patriótica, el Mundial 78. Contra las paredes se perciben varias pilas de alimentos no perecederos que se van acumulando.
Serán 24 horas continuas de televisión, Las 24 horas de Malvinas.
Ellos se mueven unos metros y muestran unos estrados con 45 teléfonos; en la pantalla se sobreimprimen los números para llamar. Se explicita el mecanismo. El público podrá llamar para hacer donaciones y, también, para participar de las subastas que se abran en cámara para algunos objetos en especial. Mientras intentan seguir describiendo cómo será ese día entero frente a las cámaras, los teléfonos empiezan a sonar.
Las 24 horas de Malvinas fue un programa maratónico que tuvo como fin recaudar dinero para afrontar los gastos de la guerra en la que la Junta Militar se había embarcado. Fue un teletón. Una maratón televisiva con el fin de recaudar. Lo que se juntara iría al Fondo Patriótico Nacional de las Islas Malvinas.
Es inevitable que cuando se evoque la carrera de Pinky y de Cacho Fontana se mencione que condujeron Las 24 horas de Malvinas.
Por lo general la mención no es inocente, implica un estigma. Sin embargo, a la distancia, y revisando la casi decena de horas que se consigue en internet no parece justo. Llevaron a delante el programa con profesionalismo y simpatía, y más allá de algún breve y aislado arrebato patriótico, no se percibe que hayan incurrido en arengas a favor del belicismo ni de los gobernantes de turno.
Hablaban de paz y pedían por la vida y la salud de los soldados que estaban en las Islas Malvinas.
Ayer se fué uno de los últimos emblemas de la radio y televisión de la Argentina que aún estaban vivos.