Murió en Paris «Pino» Solanas.
En ese período, Solanas recibe amenazas de muerte de la Triple A, y aunque en 1975 consigue completar su primera película de ficción, Los hijos de Fierro demoró nueve años en poder proyectarse. Tras el golpe del 76, al cineasta le avisan que un comando de la Marina lo intentaría secuestrar y escapa a España, para instalarse finalmente en Francia.
De esa dolorosa experiencia, Solanas extraería una de sus creaciones más perdurables, Tangos – El exilio de Gardel, estrenada en la Mostra de Venecia 1985, donde se llevó el Gran Premio del Jurado, ratificado pocos meses más tarde por el premio principal del Festival de La Habana. A diferencia de sus films anteriores, que intentaban provocar un proceso de reflexión crítica, El exilio de Gardel exigía ante todo un compromiso emocional del espectador con sus personajes, hombres y mujeres a la deriva en una ciudad ajena, que buscan refugio en el imaginario cultural de la Argentina que debieron dejar forzosamente atrás.
Una operación simétrica realizó con Sur, premio a la mejor dirección en el Festival de Cannes 1988, que funciona como la otra cara de una misma moneda. El escenario ahora ya no es París sino el paisaje suburbano al que regresa el protagonista (nuevamente Miguel Angel Solá), luego de años de cárcel por su militancia gremial, una situación que refleja metafóricamente el retorno del país a la democracia. “Sur es un viaje: de la prisión y de la muerte a la libertad; de la dictadura a la democracia; de la noche y la niebla al amanecer”, decía Pino, que como en su film anterior volvió a contar con la complicidad de Astor Piazzolla en la banda de sonido original, a la que sumó un collar de tangos clásicos que en la voz de Roberto Goyeneche van comentando la acción.
En comparación con estos clásicos modernos, El viaje (1992) y La nube (1998) no fueron films tan logrados, pero en ambos nunca dejó de ser evidente que corresponden por derecho propio a un cuerpo de obra de una singularidad absoluta en el cine argentino.
Recobró nuevo impulso a partir de Memoria del saqueo, Oso de Oro a la trayectoria en la Berlinale 2004, un documental que fue también la piedra basal de un enorme fresco que fue componiendo durante más de tres lustros.
Los títulos de ese gran paneo por la realidad social, política y económica del país son elocuentes de cada uno de los temas que fue abordando. La dignidad de los nadies (2005), Argentina latente (2007), La próxima estación (2008), Tierra sublevada: Oro impuro (2009), Tierra sublevada: Oro negro (2010), La guerra del fracking (2013), El legado estratégico de Juan Perón (2016) y Viaje a los pueblos fumigados (2018) dieron cuenta de la resistencia del pueblo trabajador, del potencial científico y creativo del país, del abandono del ferrocarril como instrumento de comunicación y progreso, de la codicia extractivista, de las enseñanzas del líder y de la brutal contaminación de la tierra por los agrotóxicos.
En 2007 se presentó como candidato a Presidente de la República Argentina por el movimiento Proyecto Sur. El 10 de diciembre de 2009 asumió como diputado nacional por la ciudad de Buenos Aires. Entre 2013 y 2019 se desempeñó como Senador de la Nación Argentina por la Ciudad de Buenos Aires, donde dejó una pieza oratoria muy recordada y viralizada en las redes, apoyando la ley del aborto (que no fue aprobada) en 2018.
En ese mismo año anunció que se unía al Frente de Todos, respaldando la fórmula presidencial Alberto Fernández–Cristina Fernández de Kirchner.
Fue electo diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires para el período 2019-2023.
El presidente Alberto Fernández le solicitó que renunciara al puesto para desempeñarse como embajador argentino en la UNESCO, cargo que desempeñó en París hasta su fallecimiento en las últimas horas de este 6 de noviembre.