Murió Quino.
El dibujante y humorista gráfico Joaquín Salvador Lavado, «Quino», creador de la emblemática tira Mafalda, murió hoy a los 88 años. Ayer se cumplieron 56 años de la aparición de Mafalda.
Hijo de inmigrantes andaluces, Quino nació en Mendoza el 17 de julio de 1932, aunque en los registros oficiales, es anotado el 17 de agosto. Desde su nacimiento fue nombrado Quino para distinguirlo de su tío Joaquín Tejón, apreciado pintor y diseñador gráfico, con el que, a los tres años de edad, descubrió su vocación.
A los 13 años se matriculó en la Escuela de Bellas Artes, pero en 1949 la abandonó “cansado de dibujar ánforas y yesos”. Desde entonces, se propuso un solo objetivo: dibujar historietas.
A los 18 años llegó a Buenos Aires dispuesto a encontrar a un editor que publique sus dibujos. “El día que publiqué mi primera pasé el momento más feliz de mi vida”, dijo después recordando su debut en el semanario Esto es, de Buenos Aires, en 1954.
Para ese entonces ya había pasado tres años de penurias económicas. Desde entonces y hasta la fecha sus dibujos de humor se vienen publicando ininterrumpidamente en infinidad de diarios y revistas de América Latina y Europa.
Durante nueve años (entre 1964 y 1973) se dedicó a dibujarla y, si bien continuó desarrollando su carrera artística, nunca volvió a tener un personaje fijo.
En 1963, el dibujante publicó su primer libro recopilatorio, Mundo Quino. En aquel momento , le encargaron unas páginas para una campaña de publicidad encubierta para la empresa de electrodomésticos Mansfield y fue para ellos que creó el personaje de Mafalda.
La campaña nunca llegó a realizarse y la primera tira de Mafalda se publicó en Leoplán. Después, pasó a publicarse regularmente en el semanario Primera Plana; Quino era amigo de su director.
Entre 1965 y 1967 llegó al diario El Mundo y pronto se publicó el primer libro recopilatorio y empezó a editarse en otros países, entre ellos Italia y España, donde la censura franquista obligó a etiquetarlo como para adultos.
A lo largo de su carrera recibió reconocimientos como la Orden Oficial de la Legión de Honor, la honra más importante que el gobierno francés le concede a un extranjero.
El 2014 recibió en España el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades e inauguró la 40° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.
La niña de Quino es una libertaria que no cesa de pedir paz, amor y no violencia en el mundo convulsionado de los sesenta. (Pensemos, muy especialmente, en la guerra de Vietnam.)
Pero Quino, a través de Mafalda, expresas sus ideas, muchas de ellas agresivas con el establishment. Por ejemplo: Mafalda está por entrar al colegio. Agarra un metro y se mide la cabeza. Entonces, preocupada, dice: “¿Entrarán aquí todas las cosas que en el colegio me van a meter?”
Y cuando se impone el golpe brutal de Onganía, la niña, en un solo dibujo que abarca toda la tira apaisada que salía en El Mundo, dice: “Pero entonces todo eso que me enseñaron en el colegio…”. Sí, Mafalda, son versiones interesadas que responden a la ideología de los sectores triunfadores, los del poder, los del establishment. Ellos dominan la educación y los niños argentinos se han educado según las ideas de las clases dirigentes.
¿Por qué Mafalda deja de publicarse el 25 de junio de 1973? A cinco días de la tragedia de Ezeiza.
Ese día luminoso en que –por lo menos– dos millones y medio de personas fueron a buscar a Perón, que regresaba al país. La marcha por la autopista Richieri fue una fiesta, una caminata bullanguera. Los padres llevaban a sus hijos, algunos sobre sus hombres. Iban madres embarazadas. Y jóvenes entusiastas. Todos desarmados. Sencillamente porque no pertenecían a ninguna organización que priorizaba los fierros por sobre la política.
El palco era un reducto de asesinos. A la espera. Osinde, custodio personal de Perón, personaje siniestro, los comandaba. Pero también se hallaban ahí mercenarios de la OAS, Organización del Ejército Secreto, los torturadores de Argelia, los que habrían de instruir a los carniceros del Proceso.
Se sabe lo que pasó en Ezeiza. Los matarifes de Osinde descargaron su poder de fuego y el día de júbilo se transformó en tragedia. Hubo alrededor de doscientos cincuenta muertos.
Cinco días después, Quino deja de dibujar la tira de Mafalda. El, que es un hombre de gran sinceridad, dice que esa decisión la tomó porque estaba cansado. No por la violencia.