Preparar fósiles para exhibir en el Museo Bernardino Rivadavia (MACN)
Marcelo Isasi, de 42 años, comenzó a estudiar la Licenciatura en Biología en la Universidad Nacional de La Plata cuando era muy joven. Su trabajo cotidiano es en la Sección de Paleontología de Vertebrados del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACN), asistiendo y colaborando con las tareas de los paleontólogos.
El técnico contó al periodista que «de chico el fondo de su casa en Quilmes se parecía a un zoo: tenía desde víboras hasta lagartos, pájaros y abejas. Cuando acompañaba a su padre a pescar, el pequeño Marcelo traía animales muertos que encontraba por el camino. No solo eso: luego los enterraba en el fondo de la casa y, con un pincel y un clavo, jugaba a desenterrarlos. Hay una serie de hitos en la vida de Isasi que lo llevaron a su peculiar profesión: un abuelo pintor, albañil y “excelente dibujante: yo siempre le pedía que me hiciera dibujos de animales”. Como le gustaba tanto la biología, sus padres lo mandaban a profesor particular. Fue así que gracias a las enseñanzas que le brindaron los paleontólogos durante su formación y en particular, la valiosa gestión del Dr. Novas, devino ya de grande en CPA.
Habitualmente participa de campañas para descubrir fósiles, realizando viajes a distintos lugares. Participó de otros hallazgos como el que sucedió el 26 de mayo de 2000 durante las excavaciones del subte B debajo de la Av. Triunvirato. Los obreros estaban trabajando en la ampliación de la línea, en el barrio porteño de Chacarita, cuando algo los hizo frenar la obra: el hallazgo de restos fósiles de un gliptodonte de un millón de años de antigüedad. A Isasi, el hallazgo no lo tomó por sorpresa. “En los edificios en construcción los huesos de megamamíferos aparecen muy seguido”, asegura. Y dice que la gente no los declara por miedo a que paren la obra y la construcción se atrase. Pero él lo desmitifica: “nuestro trabajo es colectar los fósiles de la forma más rápida posible, trasladarlos al laboratorio para su preparación y posterior estudio”.
Una vez que se descubren los huesos se hace el “bochón” (se cubren de papel y vendas enyesadas los huesos encontrados para protegerlos y trasladarlos de forma segura, sin que se fisuren), y entonces ese material llega al taller para «separar la roca que contiene los huesos de hace millones de años, y descubrir las situaciones por las que pasó ese fósil”.
El de Isasi es un trabajo artesanal, casi artístico. Se trata de uno de los técnicos más prestigiosos con que cuenta la paleontología. Los materiales del rubro de los técnicos en paleontología para trabajar los huesos cambiaron: hoy se usa poliuretano expandido rígido, más liviano y a la vez fuerte, pero antes las réplicas se hacían de yeso macizo.
Fuente: www.conicet.gov.ar