Síndrome de la Persona Rígida
Se desconoce el origen de este trastorno, pero se considera que podría deberse a una reacción autoinmunitaria, que ocurre cuando el propio sistema inmunológico del individuo ataca a sus órganos y tejidos; en este caso, los anticuerpos que produce el organismo atacarían a las células nerviosas de la médula espinal que se encargan de controlar el movimiento muscular.
El síndrome de la persona rígida afecta sobre todo al encéfalo y la médula espinal (sistemas nerviosos central), y se ha asociado a otras enfermedades autoinmunes como la diabetes, el vitiligo, la tiroiditis o la anemia perniciosa, y a algunos tipos de cáncer, como el de mama, pulmón, tiroides, riñon, colon y el linfoma de Hodgkin.
Los síntomas que caracterizan al síndrome de la persona rígida se empiezan a manifestar por lo general entre los 30 y los 60 años, y son:
- Espasmos musculares intermitentes, que con el tiempo se vuelven continuos.
- Rigidez muscular, que empeora progresivamente.
- Dificultades para caminar o moverse. Los afectados pueden tener incluso problemas para salir a la calle porque al exponerse al ruido pueden aumentar los espasmos o sufrir caídas.
- Sensibilidad exacerbada a estímulos como el ruido, el tacto o la luz, que provocan sobresaltos al paciente.
- Posturas anormales.
- Ansiedad y depresión que pueden desarrollar debido a las dificultades que experimentan para llevar a cabo sus tareas cotidianas o relacionarse socialmente, pero también por una disminución en los niveles de neurotransmisores que ayudan a mantener un buen estado de ánimo.
La enfermedad puede confundirse con otras como el parkinson, la fibromialgia, la esclerosis múltiple, la ansiedad, o algún tipo de fobia, y aunque los síntomas pueden hacer sospechar que se trata de este síndrome, para confirmar el diagnóstico se emplean la electromiografía –que mide la actividad eléctrica de músculos y nervios– y un análisis de sangre para comprobar si están elevados los niveles de ciertos anticuerpos, como la descarboxilasa del ácido glutámico (GAD), una enzima que interviene en la producción del neurotransmisor GABA (ácido gamma-aminobutírico)
Actualmente el síndrome de la persona rígida no tiene cura, por lo que el tratamiento está destinado a aliviar los síntomas lo máximo posible y se suelen utilizar relajantes musculares, especialmente diazepam, o baclofeno, para tratar la rigidez muscular y los espasmos.
Las inmunoglobulinas son otra de las opciones terapéuticas, y se puede administrar por vía intravenosa una solución con diferentes anticuerpos procedentes de donantes, que llegan a aliviar los síntomas durante largos periodos de tiempo (hasta un año).
A veces se prueba con rituximab, un medicamento que modifica la actividad del sistema inmunitario, o plasmaféresis, una técnica médica en la que se filtran las sustancias tóxicas presentes en la sangre, incluidos los anticuerpos anómalos. Para controlar este síndrome también se está probando la inmunoterapia, que estimula las defensas naturales del organismo, así como la fisioterapia y la psicoterapia.