Una caricia al alma
El título de esta nota está copiado de una frase pronunciada ayer por nuestra presidenta en su visita a la embajada argentina en Francia, al referirse a Estela Carlotto, presidenta de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo. Es que un largo e incansable camino han recorrido estas mujeres por lo que han merecido la entrega este miércoles del premio Fèlix Houophouêt- Boigny de fomento de la paz, concedido por la UNESCO en su sede de Paris, tras estar nominadas el año pasado al premio Nobel que no recibieron. En esta ocasión -que contará con la presencia de la presidenta de nuestro país- se reconocen los 34 años de búsqueda de los hijos de sus hijos, secuestrados o nacidos en cautiverio de sus padres y luego apropiados por los dictadores. Las Abuelas no sólo han encontrado más de 100 de esos niños, hoy jóvenes, sino también han contribuido a la creación del Banco Nacional de Datos Genéticos- ejemplo para el resto del mundo-, y al reconocimiento de los derechos de los niños a la identidad (nombre, nacionalidad y conocer sus orígenes), sentando precedente jurídico.
Humilde y generosa, la maravillosa mujer que es Estela Carlotto atribuye este premio a toda la Argentina: “Nosotras formamos parte de este país y el mérito, si es que lo tenemos, es la perseverancia, la tozudez por haber hecho las cosas con amor y paz, jamás por venganza o con odio, sino con un sentido sano de reparación reconstrucción y de establecer qué pasó en la Argentina, pero esto pasó en el globo, concierne al mundo entero”.
¡Cómo no sentirnos orgullosos por estas valientes y entrañables viejitas que a decir de nuestro embajador cultural ante la UNESCO, el músico Miguel Angel Estrella, son premiadas por su tesón y dignidad ya que, movidas por un acto de amor pleno, han luchado y siguen luchando por la búsqueda de la Memoria, la Verdad y la Justicia!