Una muestra multisensorial para conocer el universo de Rayuela
La exhibición “Rayuela. Una muestra para armar” que se inaugura en el Museo del Libro y de la Lengua es un homenaje a la vocación lúdica de Julio Cortázar, pero también propone recorridos y sensaciones que pueden darse en un paseo convencional a través de un tablero con estaciones numeradas o con saltos y secuencias que cada visitante diseña a su antojo.
De movida, y como presagio de lo que habrá adentro, el espectador se topará en la vereda del Museo -ubicado en avenida Las Heras 2555- con el personaje de Talita, sentada en un tablón ubicada en lo alto como dando la bienvenida a quien se acerca. Es un maniquí, pero también es el principio del juego.
El centenario del nacimiento de Cortázar se convirtió en una oportunidad para que por primera vez desde la creación de este museo en 2011, el contenido de una muestra ocupe la totalidad de las instalaciones, desde la vereda hasta el patio y del subsuelo al segundo piso recreando sentidos de esta obra central del boom latinoamericano publicada en 1963.
Así, de forma juguetona aparecerán los rasgos más particulares de esta “contranovela”, como la definió su autor, traducidos en instalaciones artísticas, juegos de mesa, mapas y secuencias extrañas, fragmentos de la obra, desechos y escenas que operarán de forma diferente: cada uno podrá armar o jugar su Rayuela.
“Tomamos el método o espíritu de la novela, de construir un lector que no sea tradicional y acepta un desafío y lo reprodujimos con el visitante. No es una muestra fácil, trabajamos lo sensorial porque la relación con la Rayuela es como lo que se imaginó Cortázar: un almanaque, un collage. Es una idea de azar y creación”, contó a Télam, María Pía López, directora del Museo.
Y alejados de toda obviedad, no hay ni rastros de una rayuela como tal, sino que, dependiendo del recorrido elegido, hay que asomarse atrás de unos hilos para leer parte del capítulo 56; saltar palanganas con agua para ganarle a Traveler o sumergirse bajo una tenue y sexy oscuridad que recuerda el erotismo del capítulo 7.
Sólo apto para arriesgados es “El juego del cementerio” que consiste en abrir al azar el diccionario y armar frases con la serie alfabética de la página, episodio del capítulo 41 que ahora los visitantes podrán recrear con palabras del tomo de la Real Academia Española de 1956 comoMogate, Flabelífero o Fizar.
Definida por López como “una invención antimuseo”, en la muestra se camina de la ventana al patio de Talita; se puede leer en Gíglico o el Ispanomerikano; hay debates sobre la psicología de los clochards; se siente la pasión erótica entre Olivera y la Maga y se escuchan los jazz de fondo mientras sobrevuelan las discusiones estéticas en el Club de la Serpiente.
“Rayuela” marcó un tiempo, un pulso y fue clave en la educación sentimental de muchos, sin embargo, “releerla no fue fácil porque en muchos sentidos envejeció, es muy de su época e interpelaba una idea de juventud. Europa era una aventura sentimental porque Argentina era pacata y represiva. Es anacrónica y produce mucha distancia”, analiza López.
Entonces, esta muestra tenía que ganarle a eso. “La cuestión era buscar qué tipo de lectura contemporánea podíamos hacer”, agrega la directora. Por eso, retomaron lo que el mismo Julio supo generar: esas mezcla entre vanguardia y popularidad, los mensajes secretos entrelíneas pero amistoso con la mayoría y la búsqueda del lector clandestino entre los grandes grupos.
A esta apuesta lúdica que apela a la aventura cosmopolita, al despertar erótico y a las misceláneas se suman intervenciones artísticas de Diego Bianchi, Bruno Grupalli, Santiago de Paoli y Sebastián Roque y la realización del cortometraje dirigido por Santiago Larre, “Los artistas sólo cuentan con las estrellas”, una versión del capítulo 23 que se proyectará durante la muestra.
Quizás la parte más convencional está en el segundo piso donde se exhiben primeras ediciones de Cortázar y rarezas bibliográficas en la muestra llamada “El otro cielo”, que fue curada porFederico Barea y Lucio Aquilanti, dueño de la colección de libros cortazarianos más importante del mundo.
“Son 100 piezas que representan esencialmente todos los aspectos en los que él trabajó, lo representativo y lo más desconocido de su obra, y primeras ediciones de casi todos sus libros”, cuenta Aquilanti a Télam sobre las traducciones, prólogos e inahallables ubicados en vitrinas y enmarcados entre fotografías poco vistas y tapas de revistas con apariciones del autor.
Los visitantes verán de cerca una edición de “Presencia”, el primer libro de Cortázar que publicó como Julio Denis y que sólo hay 200 ejemplares; un “Final de Juego” de una tirada de 600 y una pieza única como “Un elogio del tres”, un libro objeto de arte cinético realizado junto a Luis Tomasello y firmado por ambos.
También hay un mecanuscrito del poemario “Razones de la cólera”; la traducción de“Mujercitas” de Louisa May Alcott; discos con su voz y sus poemas; el tríptico inconseguible“Policrítica en la hora de los chacales”, de 1971, y libros exquisitos como “Il Bestiario de Aloys Zolt” y “Les Discours du Prince-Gueule”, un ejemplar firmado por Cortázar y con litografías de Julio Silva.
El resultado total es una muestra colorida con efectos polisémicos y multisensorial donde el universo Rayuela se puede tocar con las manos y recorrer contruyendo nuevas lecturas y juegos. Esta original exhibición, que se extenderá hasta noviembre, tendrá semanalmente un programa de cine, un ciclo de jazz curado Ernesto Jodos, charlas con escritores y un espectáculo de Ana Padovani.
“Rayuela, una muestra para armar”, que inaugurará Horacio González, Graciela Speranza y Miguel Vitagliano, se podrá recorrer de martes a domingos de 14 a 19 hs, con entrada libre y gratuita.