16 de Febrero de 2005. Entra en Vigencia el Protocolo de Kioto.
El Protocolo de Kioto es un acuerdo internacional que recoge objetivos de reducción de emisiones de los gases de efecto invernadero (GEI).
Su objetivo es controlarlas para evitar que la actividad humana acelere el cambio climático.
El acuerdo lo adoptaron casi todos los países del mund, excepto Andorra, Ciudad del Vaticano, Sudán del Sur y Estados Unidos; Canadá se retiró en 2011.
El primer gran acuerdo medioambiental de la ONU fue el Protocolo de Montreal de 1987.
Este pacto respondía al esfuerzo de las Naciones Unidas por crear un instrumento internacional que regulara los aspectos relativos al clima.
Gracias a él, todos los países del mundo se comprometieron a eliminar los clorofluorocarbonos, gases que destruyen la capa de ozono.
Sembrado este precedente, la primera Conferencia de las Partes (COP), celebrada en Berlín en 1995, puso sobre la mesa los puntos del posterior Protocolo de Kioto.
Este protocolo nació de la COP3 celebrada en la ciudad japonesa en 1997. El evento fue convocado por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y reunió a 37 países industrializados, más la Unión Europea.
En Kioto, las partes firmaron un documento esencial para la lucha contra el cambio climático, y otras se sumaron con el paso del tiempo. Para 2001, 180 países formaban parte de la iniciativa.
La entrada en vigor del acuerdo necesitó la ratificación de 55 de los países firmantes y, además, que estos signatarios representaran al menos un 55 por ciento de las emisiones de CO?.
Ante la negativa de Estados Unidos, tanto la UE como Japón y Rusia fueron necesarios para alcanzar ese porcentaje, y con la firma de Rusia el Protocolo entró en vigor de forma definitiva el 16 de febrero de 2005.
El acuerdo estableció los objetivos vinculantes de reducción de emisiones. Para el primer quinquenio (2008-2012) se debían limitar las emisiones de GEI en una media total de 5,2% respecto a los niveles de 1990.
En 2013 llegó la prórroga del Protocolo por ocho años más, hasta 2020. Sin embargo, países industrializados como Estados Unidos, Rusia y Canadá, entre otros, se mostraron escépticos a aplicar nuevas medidas y no firmaron la Enmienda de Doha que entraría en vigor en diciembre de ese año.
A pedido de EEUU, el Protocolo de Kioto se caracterizó por su orientación de mercado. Entre sus instrumentos destacan el Mecanismo de Desarrollo Limpio y la Implementación Conjunta. El Mecanismo hace referencia a la compraventa de permisos de emisiones, mientras que la Implementación Conjunta trata de la puesta en marcha de proyectos de reducción de emisiones en países en vías de desarrollo por parte de los más desarrollados.
El propósito de esta medida era que cada país cumpliera con sus respectivos objetivos de reducción de emisiones.
En un primer momento, tan solo nueve países incumplieron el compromiso de reducción de emisiones, entre ellos España, entre 2008 y 2012.
Sin embargo, el Protocolo de Kioto no cumplió con las expectativas. El mayor problema fue la no ratificación de EEUU y su abandono posterior, así como la salida del acuerdo de Canadá en 2011. La falta de compromiso de los países ricos derivó en la búsqueda de otros mecanismos.
Augurando el fracaso del acuerdo, los de Copenhague (2009) y Cancún (2010) se crearon para desarrollar un marco alternativo a Kioto que comprometiera tanto a los países desarrollados como a los Estados en vías de desarrollo.
También sin el resultado óptimo que se aspiraba, en 2015 se firmó el Acuerdo de París, sucesor del Protocolo de Kioto. Su propósito principal es que la temperatura media global no aumente en 2 °C respecto a niveles preindustriales. Un total de 190 países y la Unión Europea lo han ratificado.
En la actualidad, China, Estados Unidos, India y Rusia son los principales emisores de GEI.
El Acuerdo de París afronta por tanto el reto de crear un consenso entre potencias enfrentadas siguiendo la estela de Kioto, que sentó la lucha contra el cambio climático en la agenda política internacional.