El Fondo y la Burbuja que NO se Consolida.
Desde el CIFRA CTA Centro de Investigación y Formación de la República Argentina analizan los últimos datos que no se profundizan acerca del salvataje del FMI que solo pudo frenar la corrida que se había desatado en marzo.
El salvataje del FMI solo pudo frenar la corrida que se había desatado en marzo de este año, pero no pudo generar las condiciones para impulsar una nueva burbuja financiera que posponga la resolución de la insolvencia externa a la que está sometida la economía argentina.
A tal punto esto es así que después de dos meses y medio de rendimientos positivos en dólares de los activos financieros locales –como es el caso de las LECAP que rindieron 8,4% para los entraron en abril y salieron a fines de junio–, en la primera quincena de julio se registraron rendimientos negativos ante la suba del tipo de cambio, como había preanunciado el JP Morgan cuando recomendó el desarme del “carry trade”.
La valorización financiera de Milei es de corto plazo dado que carece del financiamiento externo para sostener el tipo de cambio, que es el sustento fundamental para garantizar que las tasas de interés en moneda local generen ganancias en moneda dura. El déficit de cuenta corriente en el marco de la apertura importadora y la apreciación cambiaria, no logra ser financiado vía deuda pública e inversiones directas.
Los únicos financiamientos que contó el gobierno actual, una vez agotado los efectos del blanqueo de capitales, fue el endeudamiento público con el prestamista de última instancia (FMI) y el elevado endeudamiento de las grandes empresas, casi 13.000 millones en lo que va del gobierno, que ya provocó el default de varias de ellas (Generación Mediterránea, Central Térmica Roca, Celulosa, Petrolera Aconcagua, Grobocopatel, Agrofina, Red Surcos).
En estas condiciones el salvataje del FMI es, como a fin del siglo pasado, un blindaje financiero que no blinda y empeora la insolvencia en los próximos meses y años ya que los desembolsos no coinciden con los vencimientos futuros con el FMI que se acrecientan significativamente del mismo modo que los de otros acreedores.
En efecto, si se contabilizan los vencimientos de los gobiernos nacional y provinciales, del Banco Central y de las grandes empresas que emitieron obligaciones negociables, el total de vencimientos en moneda extranjera asciende a 10.164 millones de dólares entre agosto y diciembre de este año, 28.774 millones en 2026 y 36.216 millones en 2027.
Por eso el FMI insiste en que el Banco Central acumule reservas que no logra conseguir a pesar de los múltiples intentos como la flexibilización de los controles impositivos (el intento frustrado de apelar a los dólares del “colchón), la eliminación de permanencia a capitales especulativos, la emisión del BONTE 2030, la intervención en el dólar futuro, etc. Por el contrario, la fuga de capitales de un mes y medio absorbió el 44% del primer desembolso del FMI. Evidentemente el equilibrio fiscal, que se comprometió en junio, era solo una parte del problema, y no la más relevante.
El desequilibrio externo y la suba del tipo de cambio en el mes de julio –ascendió 7,2%– ponen en tela de juicio la sostenibilidad de la reducción en el ritmo de inflación que había alcanzado el 1,6% en junio en el marco de cierta estabilidad cambiaria y de los efectos de la apertura importadora y el ancla salarial.
También se tiende a agotar la recuperación de la actividad económica que se había puesto de manifiesto en el segundo semestre de 2024. De hecho, entre diciembre de 2024 y abril de 2025 se registró un estancamiento en el nivel de actividad total.
Dos elementos resultan interesantes para evaluar la escasa sostenibilidad que tuvo la recuperación de corto plazo que, además de las exportaciones, estuvo fuertemente impulsada por el consumo privado y la inversión.
En primera instancia, la expansión del consumo privado y la inversión acarreó una elevada expansión de las compras al exterior que representaron cerca del 30% de la demanda interna, un nivel históricamente elevado.
Esto no solo genera límites en las cuentas externas sino también al crecimiento económico.
En segundo lugar, si bien la recuperación económica y del consumo privado se había sostenido, principalmente, en la recuperación del salario real en el segundo semestre de 2024, en lo que va de 2025 se advierte un cambio de tendencia: la reducción de 4% en el salario real de los trabajadores registrados en el sector privado según la información del SIPA (o un estancamiento según la medición del INDEC).
Otra de las características sobresalientes de la recuperación económica a partir del tercer trimestre de 2024 fue su escaso impacto en la generación de empleo, e incluso la elevación de la tasa de desocupación hasta el 7,9% en el primer trimestre de 2025, un punto por encima de 2023.
Un aspecto que incide en esta dinámica es la composición sectorial del crecimiento que tiende a apoyarse en sectores menos intensivos en trabajo.
Así, los tres sectores que tuvieron una mayor expansión económica (minas y canteras, sector agropecuario e intermediación financiera) generaron apenas 72.000 puestos de trabajo con tasas de crecimiento que superaron el 10% entre el primer trimestre de 2023 y el mismo período de 2025. Por el contrario, la industria y la construcción, que cayeron 9,4% y 14,9%, tuvieron una pérdida de 244.000 puestos de trabajo.
Por último, la mejora en la participación de los asalariados en el ingreso y la caída en los márgenes de explotación en el primer trimestre de 2025, no solo constituyen una “foto” que no se replicará en la “película” de los próximos meses en el marco de las turbulencias cambiarias, sino que no coinciden con la evolución de la rentabilidad sobre ventas de grandes empresas que contabilizaron un guarismo promedio (9,7%) para nada desdeñable en el primer trimestre de 2025, que es similar al del mismo período de 2023.
Fuente: Por Pablo Manzanelli, Leandro Amoretti – CIFRA CTA (Centro de Investigación y Formación de la República Argentina)