Hundimiento del ARA General Belgrano.
El 2 de mayo de 1982, durante la Guerra de Malvinas, el ARA General Belgrano fue atacado por un submarino británico que causó su hundimiento y la muerte de 323 personas. La tripulación estaba compuesta por 1093 hombres de la Armada Argentina.
A las 4 de la tarde, dos torpedos lanzados desde el submarino HMS «Conqueror» impactaron en el crucero ARA «General Belgrano».
Minutos después se hundió en las aguas del Atlántico Sur con 323 tripulantes. Otros 770 lograron llegar a las balsas y regresar al continente.
Una flota de submarinos nucleares brita?nicos detecto? y comenzo? a monitorear las posiciones del portaviones 25 de Mayo y del crucero ARA General Belgrano.
La Armada habi?a desplegado su flota para impedir un desembarco brita?nico, que —suponi?a— podri?a producirse sobre la costa este de la isla Soledad. La flota se dividio? en dos grupos. El mayor inclui?a el 25 de Mayo y otras seis embarcaciones, que permanecieron en el li?mite de la zona de exclusio?n. El segundo grupo, conformado por el General Belgrano y dos destructores, se desplazo? 260 millas al sur, en previsio?n de la llegada de la flota enemiga.
En la tarde del 30 de abril, el General Belgrano habi?a sido descubierto. Uno de los submarinos, el Conqueror, comenzari?a a trackearlo, a seguirlo a distancia.
El Conqueror posei?a un reactor nuclear como fuente de energi?a —pero no armas nucleares—, que le permiti?a realizar el patrullaje sin emerger. Teni?a una marcha silenciosa, difi?cil de detectar, y una velocidad superior a las naves de superficie.
El crucero General Belgrano estaba en condiciones de generar dan?o con sus can?ones. Alrededor de e?l navegaban los destructores ARA Piedrabuena y ARA Hipo?lito Bouchard, con Exocet MM-38 (mar-mar 38).
Por el norte, a la altura de Puerto Deseado, a 120 millas de la costa, se ubicaba el portaviones 25 de Mayo con sus aviones A-4Q Skyhawk embarcados. Y, en medio de los dos grupos, entre el norte y el sur, se hallaban las corbetas francesas Clase A-69, que tambie?n podi?an lanzar Exocet MM-38.
En la tarde del 1º de mayo un avio?n Tracker de exploracio?n estimo? que habi?a detectado siete barcos enemigos.
El 25 de Mayo se desplazo? hacia esa posicio?n para lanzar el ataque. Pero, como el sol se poni?a a las seis de la tarde, debieron esperar el crepu?sculo matutino. No teni?an sistema para realizar vuelos nocturnos. Por la noche otro Tracker confirmo? la localizacio?n. Eran trece buques de la Fuerza de Tareas, 80 millas al este de Puerto Argentino y a 200 millas del 25 de Mayo. Casi en forma simulta?nea, un avio?n enemigo permanecio? media hora en el aire a 60 millas del portaviones. Los habi?a detectado.
Ya no seri?a una accio?n sorpresiva: la flota brita?nica los esperari?a. Sin embargo, el plan de ofensiva continuo?. Desde el centro, las corbetas Granville, Guerrico y Drummond se acercari?an a los blancos y, luego de lanzar su ataque, se dirigiri?an a las islas y permaneceri?an protegidas alrededor de ellas. Desde el portaviones, que luego moveri?a su posicio?n junto a sus naves escoltas, en el amanecer del 2 de mayo despegari?an seis aviones A-4Q, con cuatro bombas MK-82 de 230 kilos cada una.
Por la noche, el viento calmo?. Ma?s tarde, casi habi?a desaparecido. No habi?a nudos de viento para iniciar la operacio?n, en esa a?rea, en medio del Atla?ntico Sur. Se necesitaba aligerar los aviones para que despegaran. Deberi?an partir solo con una bomba cada uno y, como el enemigo los esperaba, calcularon que podri?an llegar a perder por lo menos cuatro de las seis unidades ae?reas. En consecuencia, el ataque se cancelo?. Se ordeno? a las corbetas que retrocedieran hacia el oeste y se prefirio? esperar otra oportunidad para el uso del 25 de Mayo en una ofensiva naval.
El almirante Isaac Anaya dio la orden de replegar las naves hacia la costa. El destructor Santi?sima Trinidad, para evitar ser torpedeado, fue replegado cerca de Puerto Madryn. Anaya pensaba que, si perdi?a una embarcacio?n, ya no la podri?a reponer. La decisio?n de hacer retroceder a la flota naval argentina demostraba que en la guerra que acababa de comenzar no habi?a un comando conjunto al que se subordinaran las tres fuerzas. Cada fuerza iba tomando sus propias decisiones.
En la madrugada del 2 de mayo, el crucero General Belgrano realizo? una maniobra que lo acercari?a a las fuerzas navales brita?nicas.
Llevaba ma?s de mil tripulantes a bordo. La idea de la Armada segui?a siendo no comprometerlo en un ataque frontal, sino utilizarlo como elemento de distraccio?n para el grupo del portaviones Hermes mientras el portaviones 25 de Mayo manteni?a latente un enfrentamiento con el Invincible. La accio?n era riesgosa porque el Belgrano debi?a atravesar la zona de exclusio?n, una densa barrera de submarinos, fragatas y destructores brita?nicos.
Horas ma?s tarde, el almirante Gualter Allara, que habi?a servido como agregado naval en el Reino Unido y era el jefe de la Flota de Mar, ordeno? el repliegue, en cumplimiento con las o?rdenes de Anaya. Las naves iniciaron el regreso.
Pero el crucero General Belgrano, que ya estaba 35 millas fuera de la zona de exclusio?n, desplaza?ndose hacia la isla de los Estados, al sur del oce?ano, ya teni?a encima al Conqueror, que lo veni?a trackeando.
El comandante del submarino, el capita?n Christopher Wreford-Brown, lo informo? a (a la base de) Northwood.
El objetivo original del comandante en jefe de la Marina Real, el almirante Fieldhouse, en control de la Operacio?n Coporate, era localizar y golpear sobre el 25 de Mayo, que transportaba una escuadrilla de doce aviones A-4Q Skyhawk. Su eliminacio?n era parte de la estrategia de dominio del mar alrededor de las islas antes del desembarco. Pero, dado que el portaviones no podi?a ser hallado en el cuadrante norte por los otros submarinos, el Spartan y el Splendid, Fieldhouse coincidio? con (el almirante) Woodward en la nueva doctrina operativa: dejar fuera de combate al Belgrano.
Woodward, desde el Hermes, crei?a que su flota podri?a ser atacada desde el noroeste y el sudoeste. El capita?n Wreford-Brown pensaba, adema?s, que seri?a un desperdicio no hacer nada con el Belgrano luego del trabajo que le habi?a llevado encontrarlo y rastrearlo. Esperaba que se modificaran las reglas del enfrentamiento y le dieran permiso para atacar fuera de la zona de exclusio?n.
El domingo 2 de mayo por la man?ana, el gabinete de guerra se reunio? en Chequers, la casa de campo oficial de Margaret Thatcher, en las afueras de Londres. Debi?a decidirse si se ordenaba el ataque al crucero fuera de la zona de exclusio?n. Se debatio? cua?l era su amenaza real para la Fuerza de Tareas. Si podi?a averia?rselo pero no hundirlo. Si se debi?a impactar solo al Belgrano y no a los destructores que lo escoltaban, para permitir la bu?squeda de sobrevivientes.
La decisio?n se tomo? antes del almuerzo. Se intento? revestir el ataque de un propo?sito defensivo: pese a su lejani?a de la zona de operaciones, el crucero Belgrano, junto al portaviones 25 de Mayo, podri?a realizar una accio?n de pinzas sobre la flota brita?nica, y debi?an neutralizar esa amenaza.
Entonces se dio paso al mayor sacrificio de vidas de la Guerra de las Malvinas.
En la tarde del 2 de mayo, el Conqueror ya estaba a 2.000 metros de distancia del Belgrano. El crucero no contaba con sonar para detectar submarinos. Sin advertencia previa, despue?s de treinta horas y 400 millas de seguimiento, atacaron al barco, que se alejaba hacia el sudoeste, a 60 kilo?metros fuera de la zona de exclusio?n, donde no habi?a una unidad brita?nica que pudiera percibir su amenaza.
El Conqueror disparo? tres torpedos Mark-8. Los dos primeros golpearon en el Belgrano, y el tercero en uno de los destructores que lo acompan?aba, el Hipo?lito Bouchard, pero en este blanco no exploto?. Lo hari?a a cien metros. Sintieron la detonacio?n. Fue un cimbronazo que hizo mover al destructor.
Desde el Bouchard intentaron comunicarse con el Belgrano, pero ningu?n circuito funciono?. Presumieron que habi?a sido atacado y entonces decidieron dispersarse; tambie?n lo hizo el otro destructor, el Piedrabuena.
Despue?s de los impactos, el Conqueror se alejo? a 15 kilo?metros y a trave?s del periscopio observo? co?mo el Belgrano se inclinaba a babor. En una hora el crucero, construido en los Estados Unidos, que habi?a salido indemne de las bombas del ataque a Pearl Harbor, se hundio? en el mar.
El primer impacto de los torpedos mato? en forma instanta?nea a doscientos setenta y cuatro tripulantes. Poco despue?s, se descargo? un temporal sobre los sobrevivientes que se habi?an lanzado a las balsas.
En la base de Ri?o Grande, se decidio? el despegue del avio?n Neptune 2 P-112 para localizar a los sobrevivientes del crucero General Belgrano.
Ya habi?an pasado casi veinticuatro horas del impacto. El primero en llegar fue el aviso ARA Francisco de Gurruchaga.
A lo largo de la jornada, rescato? a 380 na?ufragos; despue?s llego? el Piedrabuena que saco? de las balsas a 273 tripulantes, el Bahi?a Parai?so a 70, el Bouchard a otros 64.
El operativo continuo? durante la tarde y la noche del 3 de mayo, bajo la tormenta, y tambie?n al di?a siguiente. Se rescataron setecientos setenta tripulantes, muchos de ellos con heridas y quemaduras; veintitre?s habi?an muerto en las balsas, veintiocho habi?an desaparecido en el mar.
Fuente: Marcelo Larraquy