El Papa Francisco Cumple 12 años en el Vaticano.
El jueves 13 de marzo de 2025 el Papa Francisco celebra el 12º aniversario de su elección como Sucesor de Pedro en circunstancias especiales: desde el viernes 14 de febrero se encuentra hospitalizado en el Policlínico Agostino Gemelli de Roma recuperándose de una bronquitis que luego derivó en una neumonía bilateral.
A pesar de los desafíos físicos, su espíritu se mantiene firme, reflejando el compromiso inquebrantable de un Papa que ha dedicado estos años a guiar a su pueblo, anunciar el Evangelio y proclamar la misericordia y la ternura de Dios, siempre solicitando que oren por él o le envíen «buena onda».
Este aniversario llega en medio de un torrente de oraciones y actos de solidaridad de todo el mundo, donde miles de fieles, desde China hasta Argentina, desde Estados Unidos hasta Roma, se unen en plegarias por su salud. La respuesta a su solicitud de oración, desde la Plaza de San Pedro hasta las comunidades más remotas, es un testimonio de la profunda conexión que Francisco ha cultivado con los fieles a lo largo de su pontificado.
En estos doce años, ha sido un Papa «en salida», viajando incansablemente, enfrentando dificultades y nunca perdiendo la esperanza.
El Pontífice ha reiterado en numerosas ocasiones que el estilo de Dios es cercano, compasivo y tierno.
Ha sido un ferviente defensor de una Iglesia inclusiva, abierta y acogedora, donde todos, sin excepción, puedan encontrar un hogar.
En cada gesto, palabra y acción, ha subrayado su compromiso de construir una comunidad de fe que abrace a los más vulnerables y a todos aquellos que buscan consuelo y esperanza.
En su 12º aniversario, su denuedo por construir una Iglesia para «todos, todos, todos», como él ha sostenido en diversas instancias, sigue siendo el faro que ilumina su caminar, un testimonio de su profundo amor por el pueblo de Dios y su incansable lucha por la unidad, la paz y la justicia en el mundo.
Doce años han transcurrido desde aquel inolvidable 13 de marzo de 2013, cuando a las 19:06, hora de Roma, la fumata blanca de la chimenea de la Capilla Sixtina precedió a la sorpresa del anuncio del nombre del primer Papa no europeo en más de 13 siglos. Se trataba de un desconocido para el gran público: el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, no figuraba entre los más mencionados como posibles sucesores de Benedicto XVI.
Pero al interior del colegio cardenalicio que debía elegir al nuevo Papa, el cardenal argentino se había ganado reconocimiento y respeto, en especial desde que, en 2007, en la reunión del Celam (Consejo Episcopal Latinoamericano) en Aparecida, Brasil, a la que asistió Benedicto XVI, el entonces impensado futuro Papa escribió las grandes líneas del programa de renovación de la Iglesia.
El documento final de la reunión exponía la necesidad de reforma de la Iglesia para llevarla hacia las periferias. Esos ejes fueron luego retomados en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, publicada en noviembre de 2013, documento que muchos consideran es el programa de su pontificado.
Desde el comienzo, Francisco dio señales de los cambios que deseaba hacer a través de señales fuertes.
Una Santa Sede que no se pareciera tanto a una corte renacentista y más a una iglesia de puertas abiertas.
Una Iglesia que fuese hospital de campaña -donde se curan las heridas antes que cualquier otra cosa- y no una aduana, que controla y filtra los ingresos.
Austeridad y cercanía a los fieles. Cárceles, hospitales, villas miseria, asilos de ancianos, campamentos de refugiados, son los sitios a los que a Francisco ha ido en cada una de sus salidas, tanto en Italia como en sus viajes al exterior.
Es en otra escala lo mismo que hacía el arzobispo de Buenos Aires, incansable caminador de todos los barrios de su arquidiócesis, organizador de la pastoral villera, predicador incansable contra la trata…
Francisco hizo 47 viajes apostólicos fuera de Italia en estos 12 años, visitando 66 países, con una clara predilección por las periferias. “Hay que ir a la periferia si se quiere ver el mundo tal cual es”, suele decir. Su concepto de periferia es geográfico pero sobre todo existencial: por eso en cada viaje lava los pies de personas humildes o marginadas, visita los barrios carenciados, los hospitales, las cárceles…
En 2024, aun afectado por limitaciones físicas, hizo el viaje más largo de su pontificado: visitó Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur.
Visitó seis países que nunca habían recibido a un Papa: Birmania, Macedonia del norte, Emiratos Árabes Unidos, Irak, Bahrein y Sudán del sur.
En junio de 2015, impactó con su encíclica Laudato si’, sobre el cuidado de la Creación, mostrando una vez más la capacidad de la Iglesia para abarcar todas las realidades. Ahora bien, en una entrevista libro en 2017 (”Papa Francisco. Latinoamérica”, de Hernán Reyes Alcaide, Planeta 2017) Francisco aclaró: “Laudato Si’ no es una ‘encíclica verde’. Es una encíclica social. Expresa la indisoluble relación entre el cuidado del ambiente y la justicia social”.
Tildado con frecuencia de populista, el papa Francisco, que claramente no cree en la teoría del “derrame”, aclara sin embargo: “No propongo la cultura cómoda de la dádiva o del subsidio permanente”. Y, citando Evangelii Gaudium, reitera: “Ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre una solución provisoria para resolver urgencias”; lo que corresponde es “una creación de fuentes de trabajo, una promoción integral de los pobres que supere el mero asistencialismo”. “Estoy lejos de proponer un populismo irresponsable”, insistió, en la citada entrevista. Pero también advirtió que quienes “absolutizan la libertad de mercado, sobre todo la libertad de las grandes empresas, como principio fundamental de la vida social”, olvidan que no todos nacen con los mismos privilegios y oportunidades. “Sería muy irresponsable dejar a los débiles solos entre los engranajes de este mundo voraz. Sería un ‘alegre descuido’ que tarde o temprano nos caerá encima”, dijo.
Estos mismos conceptos los retomó en su Encíclica Fratelli Tutti (2020) en la que critica al liberalismo.
Le endilga individualismo y fe ciega en el mercado; al otro.
Dedica todo un capítulo -30 páginas- a definir qué política sirve en verdad al bien común; cuál es “la mejor política” para “el desarrollo de una comunidad mundial, capaz de realizar la fraternidad a partir de pueblos y naciones que vivan la amistad social”.
Para el mundo, Francisco ha sido un líder y protagonista en la escena mundial, respetado y escuchado por muchos políticos; en ciertos momentos con más intensidad, en otros no tanto, para desgracia de un mundo que, en la posguerra fría no ha cumplido sus promesas de mayor pluralidad y diálogo, sino que por el contrario ha visto exacerbarse los conflictos.