Cien Años de Fellini.
En Roma adquirió cierta notoriedad, sobre todo entre los lectores más jóvenes, gracias a las viñetas y los cuentos por entregas que publicó en la revista Marco Aurelio. Por aquellas fechas, además, conoció al cómico Aldo Fabrizi, con quien colaboró intensamente en los años siguientes como autor de gags para sus espectáculos de variedades.
En 1940, tras un breve paso por la radio, hizo su primera incursión en el mundo del celuloide al participar, en calidad de guionista, en la película ¡El pirata soy yo!, dirigida por Mario Mattoli. Fue el primero de una larga lista de filmes en los cuales se ocupó de preparar el guión. En 1943 se casó con Giuletta Masina, una joven actriz de teatro. En marzo de 1945, el primer y único hijo del matrimonio murió a las dos semanas de nacer.
Fecha clave para Fellini en su relación con el cine fue 1944, año en que conoció a Roberto Rossellini, uno de los más importantes directores del neorrealismo italiano. Junto a Rossellini, quien se convirtió en su tutor, colaboró como guionista en Roma, ciudad abierta y otras películas suyas.
En 1951 se estrenó como director, primero codirigiendo, junto a Alberto Lattuada, el filme Luces de varieté, y posteriormente en su ópera prima El jeque blanco, basada en una idea de Michelangelo Antonioni. Al año siguiente ganó su primer premio: un León de Plata por Los inútiles en la Mostra de Venecia. En 1954, y en aquel mismo certamen, ganó un León de Plata por su siguiente película, La strada, su primer filme de resonancia internacional y que le reportaría, así mismo, su primer Oscar; protagonizada por su esposa, esta realización inicia la transición del director desde el neorrealismo hacia un cine más personal, de marcado tono autobiográfico y repleto de elementos fantásticos.
Sus siguientes películas recibieron toda clase de premios internacionales, como la Palma de Oro en el Festival de Cannes por La dolce vita, con la cual obtuvo un importante éxito comercial y supuso el inicio de su colaboración con el actor Marcello Mastroianni, que se convertiría en habitual a partir de entonces. Ocho y medio (1963) marca claramente el comienzo de la segunda etapa del cine felliniano, de exuberante fantasía y barroquismo y con un humor de rasgos surrealistas.
Giulietta de los espíritus (1965) originó cierta polémica, que se repetiría en otras películas, por el impúdico erotismo que la atraviesa y por la ironía con que se trata a sí mismo y a la sociedad italiana, especialmente la Iglesia. Películas como Roma o Y la nave va marcan la posterior producción de este cineasta, dueño de un universo muy personal y de un estilo extremadamente libre. En 1993, poco antes de su muerte, recibió su quinto Oscar al conjunto de su carrera en una conmovedora ceremonia en la que estuvo flanqueado por Sophia Loren y Marcello Mastroianni, sus dos más célebres actores, y su esposa, Giulietta Masina.
Consiguió 5 Premios Oscar —uno de ellos honorífico— en su dilatada carrera cinematográfica, que nos dejó numerosas joyas, como Amarcord o La Dolce Vita.
A continuación reproducimos diez fraases de Federico Fellini:
1 «La televisión es el espejo donde se refleja la derrota de todo nuestro sistema cultural»
2 «El negocio del cine es macabro, grotesco: es una mezcla de partido de fútbol y de burdel»
3 «El único realista de verdad es el visionario»
4 «No me diga lo que estoy haciendo. No quiero saber»
5 «Chaplin es el Adán del que todos descendemos »
6 «No hay un final. No existe un principio. Solamente existe una infinita pasión por la vida»
7 «Hablar de sueños es como hablar de películas, ya que el cine utiliza el lenguaje de los sueños: años pueden pasar en segundos y se puede saltar en un lugar a otro»
8 «Todo arte es autobiográfico»
9 «Un buen comienzo y un buen final hacen una buena película, siempre y cuando estén cerca uno del otro»
10 «La experiencia es lo que se obtiene al mismo tiempo buscando otra cosa »