Día Internacional de la Epilepsia.
La epilepsia es un trastorno crónico no transmisible que afecta a personas de cualquier edad y sexo, ocasionado por el funcionamiento anormal de un grupo de neuronas que se produce de forma esporádica en una zona concreta del cerebro transmitiendo en un momento determinado sus señales de forma anormal y causan el ataque o crisis epiléptica.
Desde el año 2015 se conmemora el Día Internacional de la Epilepsia, un evento que busca educar a las personas de todo el mundo sobre esta patología neuronal.
Aproximadamente 65 millones de personas en todo el mundo sufren de epilepsia, lo que la ha convertido en la enfermedad neurológica más común.
Es una de las enfermedades conocidas más antiguas, y ha estado rodeada de temores, desconocimiento, discriminación y estigmatización social durante siglos, para aquellos que lo sufren y sus familias.
La enfermedad se define por dos o más convulsiones no provocadas. Estas convulsiones son episodios breves de movimientos involuntarios que pueden afectar a una parte del cuerpo (convulsiones parciales) o a su totalidad (convulsiones generalizadas) y a veces se acompañan de pérdida de la consciencia y del control de los esfínteres.
La epilepsia con causas conocidas se denomina epilepsia secundaria o sintomática. Sus causas pueden ser:
- Daño cerebral por lesiones prenatales o perinatales (por ejemplo, asfixia o traumatismos durante el parto, bajo peso al nacer).
- Malformaciones congénitas o alteraciones genéticas con malformaciones cerebrales asociadas.
- Traumatismos craneoencefálicos graves.
- accidentes cerebrovasculares que limitan la llegada del oxígeno al cerebro.
- Infecciones cerebrales como las meningitis y encefalitis o la neurocisticercosis.
- Tumores cerebrales.
Es responsable de una proporción significativa de la carga mundial de morbilidad, pues afecta a más de 50 millones de personas. Es posible controlar las convulsiones, con un tratamiento anticonvulsivante adecuado, hasta un 70% de las personas con epilepsia podrían vivir sin convulsiones. El 75% de los pacientes que viven en países de ingresos bajos o medios, no reciben el tratamiento adecuado para su padecimiento.
La intención de las organizaciones que año tras año se suman a esta iniciativa, es la de propiciar una mejor calidad de vida a las personas que padecen epilepsia, por medio de mejores políticas públicas, mejores servicios de salud y, sobre todo, una mejor inversión en materia de investigación para lograr desarrollar nuevos tratamientos que sean mucho más efectivos y menos invasivos.
¿Cómo ayudar a una persona en un ataque epiléptico?
- Mantener la calma.
- En el momento que ocurra el ataque epiléptico, coloque al paciente de costado.
- Apoye su cabeza sobre algo suave y mueva cualquier tipo de objeto con el que el paciente se pueda llegar a lesionar.
- No interfiera en sus movimientos de convulsiones.
- No abrir la boca ni “detener” la lengua para impedir que se muerda. Es físicamente imposible que se pueda “tragar” o asfixiar con su lengua.
- Permanecer con la persona hasta que la crisis termine.
- Cuando inicie la recuperación de la conciencia puede que el paciente este confuso, tratar de ayudarlo y calmarlo para evitar que reaccione de forma brusca.
- En caso de no recuperar la conciencia en 3-5 minutos o si vuelve a convulsionar, buscar ayuda médica y llamar a un servicio de emergencia.
La Organización Mundial de Salud (OMS) y sus asociados reconocen que la epilepsia constituye un importante problema de salud pública. Según los expertos, la carencia de información dificulta la aceptación de la epilepsia, así como el buen control de la misma y la integración social de los pacientes
En la epilepsia, como en cualquier otra patología, la mejor herramienta es la prevención. Entre las diferentes medidas nunca olvidar: evitar traumatismos en la cabeza mediante el uso del casco (bicicleta, moto, patinetes, deportes que entrañen algún riesgo de caídas), uso del cinturón de seguridad en coche, y asegurarnos también que los niños vayan bien sujetos.
En las últimas décadas, se está trabajando mucho, no sólo en mejorar los múltiples tratamientos existentes, sino en desarrollar mejores enfoques para su identificación y diagnostico precoz, y en lograr entender mejor la epilepsia. Las crisis epilépticas se tratan con medicamentos y estilos de vida saludables, pero en el caso de no ser efectivos existen posibilidades quirúrgicas.
Se trabaja para la disponibilidad de programas de salud preventiva y la accesibilidad de la atención. Estos proyectos se centran en aumentar la capacidad de los profesionales de la atención primaria y los no especialistas para diagnosticar, tratar y dar seguimiento a las personas con epilepsia en el ámbito de la comunidad.