Día Mundial de la Encefalitis.
El 22 de febrero se conmemora el Día Mundial de la Encefalitis, precisamente para educar y concienciar a las personas sobre esta enfermedad, sus causas, como prevenirla y como tratarla.
Una encefalitis consiste en la inflamación del cerebro que, en la mayor parte de los casos, se produce por un virus y puede afectar las estructuras más próximas al cerebro como son las meninges o la médula espinal.
Nuestro cerebro es un órgano que está especialmente protegido tanto por estructuras anatómicas (meninges) como por otras barreras (barrera hematoencefalica) contando con células de defensa propias denominadas microglia.
El cuadro clínico característico de la encefalitis consiste en fiebre, alteración del nivel de conciencia, dolor de cabeza, crisis epilépticas y diferentes tipos de déficits neurológicos dependiendo de las partes del cerebro más afectadas (problemas del habla, parálisis o alteraciones de la sensibilidad, alteraciones visuales…).
Es necesario un diagnóstico y un tratamiento precoz para decidir la actitud adecuada en cada caso.
Esta enfermedad afecta indiscriminadamente a niños y adultos, sin importar, la edad, el sexo, el origen étnico, social o cultural. La tasa de mortalidad es alta y aquellos que sobreviven pueden padecer daño cerebral adquirido. El grado y severidad de las secuelas varía. Y entre ellas puede incluir consecuencias físicas, emocionales, o psicosociales.
Las encefalitis autoinmunes puede presentar de manera muy diferente a la encefalitis infecciosa, los rasgos más distintivos son síntomas prominentes psiquiátricos, convulsiones, confusión y pérdida de memoria. Los pacientes podrían mostrar comportamientos extraños. Típicamente de 10 a 20 días más tarde, los pacientes desarrollan un trastorno del movimiento, las variaciones en la presión arterial, la frecuencia cardiaca y la fiebre pueden ser menos clara.
Algunas personas también pueden experimentar alucinaciones y pesadillas vívidas durante el período agudo de la encefalitis. Estos pueden ser muy angustiante para el interesado y la familia que puedan presenciar su angustia. Esta fase suele cesar cuando la inflamación del cerebro disminuye.
La causa de la encefalitis son infecciones por virus neurotropos, es decir, virus que tienen una especial afinidad por el sistema nervioso central.
Estos virus se pueden transmitir de diferentes formas; algunos de ellos por vía respiratoria (como el virus del sarampión), algunos por vía fecal-oral (como el virus de la polio) y otros incluso por vía sexual (como el virus del herpes simple tipo 2). Los principales virus que pueden causar encefalitis son:
Virus del herpes simple tipo 1 ó 2 (VHS): son los virus que causan el inocente herpes labial o el herpes genital. El virus permanece en los ganglios nerviosos toda la vida, y de vez en cuando migra a la piel provocando ampollas y escozor. En algunos pocos casos el virus puede equivocarse y migrar hacia el sistema nervioso central provocando una encefalitis.
Otros virus tipo herpes: dentro del grupo de los virus del herpes hay otros que pueden provocar encefalitis, además de otras enfermedades. Algunos de ellos son el virus Epstein-Barr (responsable de la mononucleosis infecciosa), el citomegalovirus (CMV), o el virus de la varicela (que también produce el herpes zóster).
Virus transmitidos por mosquitos: son los llamados arbovirus. Aparecen sobre todo en regiones concretas de mundo, como el Virus del Nilo Occidental o el virus de la encefalitis japonesa (que se encuentra también en el sudeste asiático). Otros virus que producen encefalitis se transmiten por mordeduras de animales, como el virus de la rabia.
Virus pediátricos: el sarampión, las paperas y la rubéola pueden causar encefalitis agudas. La vacunación de todos los niños ha hecho que los casos disminuyan en toda la población.
Entrar en contacto con alguno de estos virus no significa que vayas a desarrollar una encefalitis seguro. De hecho, muchos de estos virus son conocidos por otras enfermedades más específicas. Que aparezca una encefalitis depende además de otros factores como la edad (los más jóvenes y los ancianos tienen más riesgo) y el estado del sistema inmunológico.