Hematoma Subdural.
El hematoma subdural ocurre cuando los vasos sanguíneos, normalmente las venas, se rompen entre el cerebro y la capa más externa que recubre el cerebro (duramadre). La sangre que se filtra forma un hematoma que comprime el tejido cerebral. Esto puede causar una pérdida gradual del conocimiento y posiblemente la muerte si no se resuelve.
Los tres tipos de hematomas subdurales son los siguientes:
Agudo. Este es el tipo más peligroso y, por lo general, es causado por una lesión grave en la cabeza, y los signos y síntomas suelen aparecer de inmediato.
Subagudo. Los signos y síntomas tardan en desarrollarse, a veces días o semanas luego de la lesión.
Crónico. Este tipo de hematoma es el resultado de lesiones menos graves en la cabeza (traumatismos leves) y puede causar un sangrado lento; los síntomas pueden tardar semanas, e incluso meses, en aparecer.
¿Puede utilizarse la endoscopía?
El hematoma subdural puede resolverse mediante un orificio de pocos milímetros en el cráneo a través de la cual se drena el hematoma.
El uso de la endoscopía es un beneficio en la cirugía porque permite una mejor visualización de las membranas que forman el hematoma, y la ruptura de tabiques que frecuentemente se encuentran en el interior del mismo, y que de persistir, pueden llevar a la repetición del cuadro.
También permite un mejor lavado del espacio y una cauterización más segura de los vasos que hayan provocado el sangrado. Puede realizarse con sedación y anestesia local.
No requiere en forma imprescindible de incubación, por lo que es una técnica ideal en pacientes con antecedentes clínicos o de riesgo.
Como en otras patologías, la endoscopía provee el abordaje menos invasivo y más seguro.