Hemorragia o Derrame Ocular.
El ojo está formado por varias estructuras, entre las que se encuentran por ejemplo el iris, que es ese círculo coloreado que cada persona tenemos diferente; la pupila, el agujero central por donde entra la luz que luego procesamos como imagen, o la córnea, que es una capa curva que se encuentra en el exterior protegiendo la pupila y el iris.
Los derrames se pueden producir en distintas partes del ojo:
- Las hemorragias subconjuntivales son relativamente habituales, seguro que alguna vez las has visto en tus propios ojos, son esas pequeñas manchas rojas que aparecen en la parte blanca del ojo o esclerótica.
- Las hemorragias en la córnea se encuentran en el espacio que hay entre el iris y la córnea, en cuyo caso serán un poco más difíciles de detectar (a no ser que la hemorragia sea excesivamente grande).
Las causas por las que se produce un derrame ocular son diversas, y muchas veces puede aparecer una hemorragia espontáneamente sin razón aparente. Lo más común es que estas lesiones tengan un origen traumático; en deportes como el fútbol, por ejemplo, son normales los balonazos y codazos en el ojo.
Sin embargo, aparte de traumatismos contundentes, puede haber otros motivos como:
- Malformaciones o anomalías en los vasos sanguíneos del ojo, que pueden dar lugar a la salida espontánea de la sangre y causar la hemorragia.
- Cáncer del ojo que afecte de alguna manera a dichos vasos.
- Inflamación de alguna de las capas que conforman la estructura ocular, como la conjuntiva o la úvea.
- Oclusión venosa en la retina.
- Alta presión en los capilares, relacionada con toses o estornudos fuertes, grandes esfuerzos, o en el caso de personas con alta presión sanguínea.
- Ciertas enfermedades sanguíneas como algunos tipos de anemia también pueden causar hemorragias oculares.
- Las personas con diabetes avanzada tienen mayor riesgo de sufrir un derrame ocular, ya que la circulación capilar está comprometida y es posible que los vasos se vean afectados.