Síndrome de Reye.
El síndrome de Reye es un trastorno muy poco frecuente que afecta al equilibrio químico del cuerpo, se presenta sobre todo durante la infancia (entre los 4 y los 14 años de edad) y se caracteriza por la aparición de una inflamación del cerebro y del hígado que progresa rápidamente. Se cree que puede ser una complicación neurológica de determinadas infecciones víricas.
Su incidencia ha disminuido en las últimas décadas debido, fundamentalmente, a la recomendación de no administrar ácido acetilsalicílico (aspirina) a niños y adolescentes.
Desde los años 80 del siglo pasado, en los que la incidencia llegó a ser de un caso por cada 100.000 niños, la reducción ha sido muy acusada. Se calcula que en la actualidad afecta aproximadamente a 1 de cada 1.000.000 de niños.
No se sabe la causa exacta del síndrome de Reye ni tampoco por qué afecta más a los niños.
No obstante, se dispone de algunas pistas: “Hay niños con enfermedades metabólicas congénitas, cuyo organismo no es capaz de realizar algunas reacciones bioquímicas, que están predispuestos a desarrollar un síndrome muy parecido que se llama Reye-like”.
Suele aparecer tras una infección, generalmente varicela o gripe. Diversos estudios también han relacionado su desarrollo con la administración de aspirina para bajar la fiebre causada por estas enfermedades víricas.
Se han registrado casos tras una gastroenteritis o un resfriado, pero con mucha menor frecuencia.
Recomendaciones:
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Quitar del registro de especialidades farmacéuticas publicitarias infantiles cualquier fármaco que contenga ácido acetilsalicílico o salicilatos.
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Obligatoriedad de la prescripción médica para todos los medicamentos que contengan ácido acetilsalicílico o salicilatos en dosis inferiores a 500 mg.
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Incluir en el prospecto la contraindicación de la utilización de ácido acetilsalicílico en niños menores de 16 años con procesos febriles, gripe o varicela.
El síndrome de Reye es una enfermedad grave que suele presentar los siguientes síntomas:
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Vómitos.
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Respiración rápida.
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Cambios del comportamiento: somnolencia, cansancio, irritabilidad, agresividad, conducta irracional, alteraciones visuales…
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En los casos más graves pueden llegar a producirse convulsiones y coma (disminución del nivel de conciencia).
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La alteración de la función hepática lleva a la disminución de los niveles de glucosa en sangre (hipoglucemia) y elevación de los de amonio.
La única medida de prevención conocida consiste en no administrar ácido acetilsalicílico ni salicilatos para tratar la fiebre o las molestias de las infecciones de los niños.
La representante de la AEP matiza que la utilización de aspirina “está aprobada en la infancia para tratar algunos procesos, como la enfermedad de Kawasaki, pero siempre bajo prescripción médica”. De hecho, añade, “no se han descrito casos del síndrome de Reye relacionados con el tratamiento con aspirina de una enfermedad de Kawasaki.
No existe ninguna prueba específica para el diagnóstico del síndrome de Reye. Los síntomas que presenta el paciente, si ha pasado recientemente una infección vírica y si ha tomado aspirina son algunas de las cuestiones que pueden ayudar a los médicos determinar si se trata de este trastorno o de otra enfermedad.
Análisis de sangre o de orina y determinadas pruebas neurológicas, como la punción lumbar o la resonancia magnética de cabeza, pueden contribuir al diagnóstico diferencial. También puede ser de utilidad, en determinados casos, efectuar una biopsia del hígado para comprobar el estado de este órgano y descartar otras alteraciones.
La detección precoz y el tratamiento inmediato son fundamentales para reducir la mortalidad asociada a este síndrome y asegurar la recuperación total.
No existe ningún medicamento específico para curar el síndrome de Reye.
Los pacientes requieren, generalmente, ingresar en una unidad de cuidados intensivos, ya que el cuadro clínico puede empeorar rápidamente, poniendo en riesgo su vida.
El tratamiento consiste en tratar los problemas médicos que vayan surgiendo (tratamiento sintomático): ayudarles a respirar con ventilación asistida cuando estén en coma, diuréticos para ayudarles a orinar si acumulan líquidos, tratamiento antiepiléptico si tienen convulsiones, fármacos para disminuir la hipertensión del cerebro, etc.).
Una parte importante del tratamiento tiene como objetivo conseguir que los niveles de glucosa y amonio en sangre se normalicen.
La mayoría de los niños con síndrome de Reye se recuperan (más del 80%), aunque pueden quedar secuelas, principalmente secundarias al daño asociado a la inflamación cerebral.
Lo primordial es establecer un diagnóstico precoz para instaurar las medidas terapéuticas que precise el paciente.