62 Años del Triunfo de la Revolución Cubana

Publicado: 01 ene 2021
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El primer día de enero de 1959, Cuba amaneció con la noticia de la huida del dictador Fulgencio Batista.

Dos años y 13 días habían transcurrido desde que Fidel Castro, con solo siete fusiles, reiniciara la lucha armada en las montañas de la Sierra Maestra. El ejército de la tiranía había sido derrotado.

Las maniobras de última hora y el golpe militar para frustrar el triunfo revolucionario no pudieron impedir la victoria de la Revolución.

 

Poco antes de la 01:00 hora del 1ro. de enero de 1959, en medio de la fiesta por el recibimiento del nuevo año, Batista pronunció  un melodramático discurso de renuncia  a su cargo de presidente. En su intento de hacer efectivo un nuevo golpe contra el pueblo cubano, dirige sus últimas palabras a las fuerzas armadas y a los agentes de la seguridad para pedirles que obedezcan y apoyen al nuevo gobierno y a las jefaturas de los cuerpos armados al frente de los cuales ha sido nombrado el mayor general Eulogio Cantillo y Porras.

Tras invitar a sus cercanos cómplices para reunirse con él en el aeropuerto militar de Columbia —aproximadamente a la 01:30 horas— Batista llega a la pista donde esperan tres aviones DC-4 en los cuales él y sus más allegados abandonarán el país. Minutos antes de partir, siendo las 02:10 horas, junto a la escalerilla del avión, le daba a Cantillo sus últimas instrucciones: “Llama al embajador americano, llama al magistrado Piedra, destruye el archivo confidencial que te entregué hoy, protege las oficinas diplomáticas, no sueltes a los oficiales presos en Isla de Pinos”.
Entre las 02:50 y las 03:15, desde la Ciudad Militar de Columbia, el general Cantillo se dedica a cumplir las orientaciones recibidas. Primeramente, llama al magistrado Carlos Manuel Piedra Piedra y, al no poder contactarlo, pide vayan a buscarlo porque “el jefe del Ejército necesita hablar con él sobre un asunto de interés nacional”.

Luego, llama a Earl T. Smith, embajador de Estados Unidos en Cuba, quien —tras conocer de la huida del tirano— le da el visto bueno a las decisiones adoptadas. Acto seguido, escribe una alocución para ser leída a todos los oficiales de Columbia.

A las 03:45, en las oficinas  del Estado Mayor del Ejército, el general Cantillo se encuentra con el magistrado Piedra y le informa que Batista ha renunciado a la presidencia de la república y que —como han declinado aceptar ese cargo el vicepresidente Rafael Guás Inclán; el presidente del Senado, Anselmo Alliegro; y Gastón Godoy y Loret de Mola, presidente de Cámara de Representantes y vicepresidente electo—, lo han llamado a él porque de acuerdo con la Constitución le corresponde la presidencia por ser el magistrado más antiguo del Tribunal Supremo.

Antes de tomar una decisión, Piedra quiso consultar con algunas personas, muchas de las cuales habían sido también propuestas por Batista. No obstante, a las 04:30, Cantillo  envía un radiograma a todos los mandos en el que informa que Batista y los jefes de las Fuerzas Armadas han renunciado a sus cargos para evitarle al país mayores derramamientos de sangre y que Carlos M. Piedra, se ha hecho cargo de la Presidencia de la República y él ha asumido la jefatura de las Fuerzas Armadas.

La noticia de la huida del dictador, poco a poco se fue filtrando. Ante la presión de los medios de prensa, a las 06:15 se confirma  y las emisoras de radio comienzan a difundirla.

 

Cerca de las 8:30 de la mañana, Fidel Castro conoce del golpe de Estado y así lo relata: “Yo me encontraba en el central América. En esos momentos estaba preparando las tropas para avanzar sobre Santiago de Cuba, cuando me informan de que había dicho Radio Progreso que Batista se había ido.

Claro que no era totalmente una sorpresa, porque el día antes yo había enviado un ultimátum anunciando que se rompían las hostilidades, y lo había enviado a la plaza de Santiago de Cuba para que se lo comunicaran a Cantillo […]  Yo de inmediato, sin perder un minuto, redacté las declaraciones, no tardé apenas una hora en redactar las declaraciones y salir a donde estaba la planta móvil”.3

Pocos minutos después, Fidel arriba a Palma Soriano y se dirige al sitio donde estaba instalada la planta de Radio Rebelde. A su entrada, los compañeros de la emisora le informan que el general Eulogio Cantillo le ha estado llamando insistentemente porque desea hablar con él. Fidel los mira y rápidamente les dice: “Yo no estoy loco; ustedes no se dan cuenta de que los locos son los únicos que hablan con cosas inexistentes, y como Cantillo no es el jefe del Estado Mayor del Ejército, yo no voy a hablar con cosas inexistentes, porque no estoy loco. Todo el poder es para la Revolución”.
Fidel toma el micrófono para transmitir instrucciones precisas a los comandantes del Ejército Rebelde y al pueblo: “Cualesquiera que sean las noticias procedentes de la capital, nuestras tropas no deben hacer alto al fuego por ningún concepto. […] La dictadura se ha derrumbado como consecuencia de las aplastantes derrotas sufridas en las últimas semanas, pero eso no quiere decir que sea ya el triunfo de la Revolución. Las operaciones militares proseguirán inalterablemente mientras no se reciba una orden expresa de esta comandancia, la que solo será emitida cuando los elementos militares que se han alzado en la capital se pongan incondicionalmente a las órdenes de la jefatura revolucionaria. ¡Revolución, sí; golpe militar, no!”

Radio Rebelde no detiene sus trasmisiones. Desde la pequeña planta que ha multiplicado su potencia, los principales jefes del Ejército Rebelde reciben directamente las instrucciones militares.

En 74 días de incesante accionar, iniciados a finales de mayo de 1958, se libraron más de 30 combates y seis batallas de envergadura, en las cuales las tropas rebeldes sufrieron 31 bajas mortales y el enemigo más de 300, junto a 443 heridos y la pérdida de 507 armas, entre tanques, cañones, bazucas, morteros, ametralladoras trípode, fusiles ametralladores y de otro tipo, y más de 100 000 balas.

El 1° de enero de 1959 las fuerzas del Ejército Rebelde encabezadas por Fidel Castro ingresan victoriosas en Santiago de Cuba dando inicio a la única revolución triunfante en América Latina que terminó con la expropiación de la burguesía y los terratenientes.

Una semana más tarde, el 8 de enero, una huelga general derrotó las maniobras de la dictadura que buscaba birlarle la victoria al M26 mediante la creación de una junta militar. El Ejército Rebelde es recibido por grandes multitudes en La Habana.