Un Millón de Voces Gritando «Cristina Libre»

Publicado: 19 jun 2025
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El gobierno de La Libertad Avanza intentó frenar de todas las maneras posibles la movilización, Patricia Bullrich activó un protocolo que buscaba intimidar a los micros que llegan desde distintas provincias hacia la Capital Federal.

Ya desde la noche previa, la Policía Federal y de la Gendarmería Nacional detuvieron a varios coches para requisarlos. Incluso, hubo casos en los que hicieron bajar a todos los pasajeros.

 

Sin embargo, nada pudo frenar la marea humana que llegó desde todos los rincones del país.

Micros desde Santa Cruz, Córdoba, San Luis, Río Negro y Neuquén desafiaron los retenes de Gendarmería que los pararon «tres veces en 300 kilómetros», como denunció una militante que viajó desde Mendoza. Los efectivos no solo demoraban a los manifestantes: filmaban, fotografiaban listas de pasajeros y requisaban vehículos en una operatoria que evocaba los peores momentos del terrorismo de Estado.

 

El despliegue represivo previo a la marcha anticipa el tratamiento que el gobierno propone frente al creciente malestar social.

El decreto que Patricia Bullrich firmó junto a Milei un día antes de la movilización habilitó detenciones arbitrarias, retenes para evitar manifestaciones públicas, espionaje ilegal y la confección de listas negras. Todo en flagrante violación de la ley de Inteligencia Nacional y de compromisos internacionales que la Argentina había asumido después de ser sancionada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos por prácticas similares.

 

Desde Constitución hasta el Obelisco, y desde Once hasta Plaza de Mayo, cientos de miles de manifestantes que caminaban en todos los sentidos posibles fueron protagonistas de una gran coreografía loca. Columnas que iban y venían, miles de banderas que se desplazaban, cartelones de los sindicatos que navegaban sobre decenas de miles de cabezas de aquí para allá.

 

Tampoco estaba claro si podía salir al balcón de su casa a saludar. Colgó un mensaje en las redes pidiendo al juez que le aclare el punto, mientras en la calle miles de personas amontonadas como en el tren en hora pico, le pedían que se asomara a saludar entre humo de choripán.

Finalmente le negaron el permiso y no salió. Pero los manifestantes igual hicieron su fiesta de protesta. En toda la pared del edificio y en edificios cercanos pegaron mensajes y agradecimientos. En la puerta quedaron decenas de estampitas y medallitas de innumerables vírgenes y santitos difíciles de identificar para el profano.

 

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La ilusión de escuchar o ver a Cristina Kirchner estaba latente en la multitud.

A las 15.00 se la escucho desde los altoparlantes que había en la Plaza.

 

Puede ser una imagen de una o varias personas, multitud, la plaza de Bastilla y texto

La principal dirigente del peronismo y de la oposición dio un discurso desde su lugar de reclusión a cientos de miles de personas.

 

La multitudinaria movilización no solo fue una respuesta a la condena judicial contra Cristina Kirchner —esa maniobra jurídica que ni siquiera los más entusiastas defensores del lawfare pueden defender con argumentos sólidos—, sino también una expresión del hartazgo social ante un modelo económico que, como dijo la propia ex presidenta, «se cae porque es insostenible en términos económicos. Tiene vencimiento como el yogur».

 

Estuvieron los gobernadores del peronismo, como Axel Kicillof, quien denunció la «violencia de la persecución». Estuvieron Máximo Kirchner, Sergio Massa, Juan Grabois y Guillermo Moreno, en gestos de unidad que no pasan inadvertidos.

Estuvieron los sindicatos, aunque la CGT fuera «con reservas» y una «columna acotada», evidenciando las tensiones internas que el lawfare busca profundizar.

 

 

Cristinazo: más de un millón de personas en la Plaza de Mayo

 

Esa multitud que se volcó a las calles a protestar por la condena a Cristina Kirchner, no lo hizo con odio, sino con la alegría de la lucha, lo cual será más peligroso para sus enemigos.

La convocatoria fue multitudinaria y, según los organizadores, el 18 J congregó a un millón de personas. 

“Vamos a volver”, dijo la expresidenta a través de un mensaje de audio grabado y agregó que será “con más sabiduría, con más unidad, con más fuerza”.

Además, dijo «que seguirá estando en la trinchera que sea porque los pueblos, finalmente, siempre vuelven».

 

La jornada del miércoles 18 de junio demostró que la apuesta represiva del gobierno tiene límites.

Que la sociedad argentina no está dispuesta a aceptar sin resistencia el retroceso institucional y económico que representa el modelo Milei-Bullrich. Y que, pese a las condenas judiciales, las listas negras y los retenes, la democracia argentina tiene anticuerpos suficientes para defenderse.

 

Una multitud en apoyo a CFK en la Plaza de Mayo