Día Nacional de las Personas Sordas Argentinas: 19 de septiembre.

Publicado: 19 sep 2019
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La sordera o la hipoacusia es la incapacidad total o parcial de oír sonidos en uno o en ambos oídos.

En la mayoría de los casos el trastorno es de origen genético y se manifiesta desde el nacimiento.

Según datos del Ministerio de Salud de la Nación, cada año se espera que nazcan en Argentina entre 700 y 3 mil bebés con hipoacusias de diverso grado y diferentes causas.

Durante muchos años, la educación de las personas sordas ha sido un tema de debate entre especialistas y maestros.

Los modelos educativos que se han implementado con los alumnos sordos han tenido diversos enfoques, en ocasiones más centrados en la rehabilitación, en la adquisición de la lengua oral y la lengua escrita o en el aprendizaje de la lengua de señas.

Durante muchos siglos, no solo para el imaginario social sino también desde paradigmas científicos y filosóficos, estuvo plasmada la idea de que los sordomudos además de no poder escuchar ni hablar, tenían alteraciones mentales considerándolas personas anormales. Esto explicaría por qué durante siglos, muchos de ellos fueron internados en neurosiquiátricos, otros encerrados en los asilos o abandonados a su suerte hasta que se comprendió que podían recibir instrucción.

Las sociedades de beneficencia y filantrópica se extendieron por toda la Argentina durante el siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX. Estas instituciones constituyeron uno de los soportes fundamentales de la seguridad social argentina cuyo propósito específico fue la realización de actos de altruismo y caridad para ayudar a los seres humanos a mejorar sus vidas, socorrer y aliviar la situación de quienes habitaban las cárceles y los hospitales.

Estas entidades, entre otras actividades, fundaron escuelas aproximadamente hasta 1876 cuando comenzó a producirse una gradual intervención del gobierno en el área de la educación que fue asumiendo la plena responsabilidad de la instrucción.

Por otra parte, bajo la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento (1868- 1874), se ordena en ese mismo año 1869, la realización del primer censo nacional con el objeto de registrar la cantidad de habitantes que existían en esa época en la República Argentina.

Los resultados arrojaron que la población era escasa ascendiendo a 1.830.214 habitantes, que existía un porcentaje muy alto de analfabetos (71%) y que había 6.626 sordos en el país, cifra que superaba la de varios países europeos en la misma época.

Esto incentivó al entonces presidente argentino a tomar dos decisiones políticas: el fomento de la inmigración y el desarrollo de una educación pública.

Dentro de un contexto jurídico, en el mismo año (1869) el doctor Dalmacio Vélez Sarsfield redactó el Código Civil Argentino aprobado a libro cerrado en 1871, estableciéndose entre sus normativas, que los sordomudos son incapaces absolutos de hecho, lo que les impide, por mandato legal, realizar actos jurídicos por sí mismos, salvo que sepan leer y escribir, equiparándolos a la figura de los dementes. Esta norma plasma, a nivel de la legislación nacional, la concepción que se tenía de las personas sordas en esa época encontrándose en vigencia hasta la actualidad.

A mediados del mes de junio del año 1871 se produce un brote de fiebre amarilla en Buenos Aires, que produjo la muerte de miles de personas, entre ellas, la del maestro Carlos KeilA raíz de esto, la escuela de sordos de la Sociedad Filantrópica Regeneración cerró sus puertas.

Para esta época, un político argentino, el doctor José Antonio Terry -diputado, senador, ministro de finanzas y asuntos exteriores, plenipotenciario en Chile, abogado, periodista y asesor legal en la Sociedad de Beneficencia de Buenos Aires, cuya presidencia ocupó su esposa, Leonor Quirno Costa-, tenía hijos sordos.

Por ello, una de sus inquietudes principales fue que los niños sordos pudieran acceder a una buena educación. En esos tiempos, una educación de calidad para ellos solo se entendía mediante la aplicación del método oral puro, proveniente de Europa. A raíz de esto Terry sostenía que las escuelas de sordos tenían que ser oralistas en la Argentina.

 

El 10 de septiembre de 1883, el Ministerio de Educación, a cargo de Eduardo Wilde, con la autorización del presidente argentino Julio Argentino Roca, envió al Congreso Nacional un proyecto de ley para construir un edificio para el Instituto de Sordomudos de la Capital. Dos años después, el 19 de septiembre de 1885, fue aprobada y registrada bajo el Número 1.662. Posteriormente, el 28 de septiembre de 1885, el presidente y su ministro de instrucción, la aprobaron mediante el decreto nacional de rigor.

 

Esta ley ordenó la construcción de un edificio para el Instituto de Sordomudos de la Capital, la compra de muebles y materiales para esta escuela y la contratación de maestros y celadores. El resumen de esta norma jurídica se encuentra archivado en los Anales de Legislación Argentina de 1881-1888 en la página 179.

Textualmente su resumen dice: “Edificio para el Instituto de Sordomudos de la Capital. Instalación y dotación de personal (R.N. 1885/1886, p.124)”.

La normativa menciona a la escuela del doctor Facio, aunque él, para esta época, ya no era el director del Instituto de Sordomudos de la Capital.

A raíz de la nueva política elegida para la educación de los sordos en el Congreso Pedagógico de 1882, el gobierno pretendía crear otra escuela para niños sordos en la que se pudiera aplicar la metodología oral pura sin que quedaran rastros del método gestual de Facio.

 

Durante muchos años, las personas sordas, celebraron el día del sordo argentino el 19 de septiembre, por ser la fecha de aprobación de la Ley Nro. 1.662 de 1885 y este evento se convirtió en una tradición de la comunidad sorda en este país.

Tanto representó ese día para el colectivo sordo, que en 1958, la Asociación de Sordomudos de Ayuda Mutua ASAM, le pidió al gobierno que declarase oficialmente el 19 de septiembre el día del sordomudo.

El trámite realizado por ASAM obra en el expediente número 62.989/58 del Ministerio de Asistencial Social y Salud Pública.

Asociación de Sordomudos de Ayuda Mutua ASAM (Buenos Aires, Argentina, 30 de junio de 1912)

A raíz de esta petición, el 04 de diciembre de 1958 el gobierno argentino aprobó el Decreto Nacional Número 10.901 mediante el que se instituyó oficialmente el Día del Sordomudo: 19 de septiembre.