Proyecto 7 «La calle no es lugar para vivir»

Publicado: 25 ago 2014
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La situación de calle se relaciona con distintos procesos de desigualdad y de exclusión que se profundizan a partir de la década de 1990, cuando el estado argentino adopta el modelo neoliberal”, describen los autores de “La calle no es…”.

“La calle no es un lugar para vivir”, consigna central de Proyecto 7 -una organización de personas que viven en calle y otras que pudieron salir de esta situación-, es el nombre del libro en el que este colectivo recopila la historia de la problemática en la Ciudad de Buenos Aires y del proceso de auto-organización que protagonizan.

Horacio Ávila, referente de Proyecto 7, y la antropóloga Giselda Palleres agregan: “Se trata de una problemática multidimensional a la que se llega como consecuencia de la interrelación de diferentes dificultades: rupturas y conflictos familiares, problemas con el empleo y de salud, etc.”

“¿Qué nos pasó como humanidad que podemos aguantar que haya chicos, adultos y viejos en la calle, tratados como basura?”, sostuvo el psicólogo social Alfredo Moffat durante la presentación del libro que prologó.

Moffat, quien supo armar diversas comunidades terapéuticas, aseguró que “cuando uno se mete en la cama, entre el sueño y la vigilia repasamos el día y proyectamos mañana, es decir, construimos nuestra historia; una persona en calle que duerme con un ojo abierto porque tiene que estar alerta a la cana, a los abusadores, a la lluvia, no puede hacer este ejercicio”.

Este presente continuo que es una característica de la vida de las personas en situación de calle es sólo uno de los aspectos que las leyes no contemplan cuando proponen como solución“subsidios habitacionales” o “paradores u hogares para pernoctar”, por no mencionar otros tan básico como salud, educación, empleo.

Es por eso que Ávila repite hasta el cansancio que “un techo sobre tu cabeza no soluciona una problemática tan compleja como la situación de calle. Por más que te den un subsidio que te alcance para pagar un hotel, si seguís sin laburo, el resto del día te lo pasás en la calle para sobrevivir porque de alguna manera tenés que juntar la moneda”.

Tras la crisis de 2001, y junto al crecimiento de la población en calle, un grupo de personas en esta situación comenzó a reunirse a partir de su necesidad pero entendiendo la salida como un proceso que sólo se podía conseguir en forma colectiva.

“En principio, la organización les permitió hacerse a un lado del circuito asistencialista (…) Recaudaban el dinero para comprar el café y la leche para desayunar, coordinaban para obtener las facturas de descarte de la panadería y acordaban con los centros de salud para ducharse y lavar la ropa”, describe el libro.

La tarea siguiente fue concientizar a otras personas en calle sobre la posibilidad de auto-organizarse: visitaron ranchadas, las colas para los comedores y los paradores y empezaron a ser albergados por diferentes espacios para dar charlas hasta que en uno de ellos pudieron conformar una cooperativa de trabajo.

Sin abandonar la lucha en todas las trincheras que tiene la problemática (acoso y represión policial, subsidios habitacionales, etc), en 2011 Proyecto 7 se hace cargo del “Hogar Monteagudo” para transformarlo en el “Centro de Integración Monteagudo”.

El espacio pasa a tener sus puertas abiertas y comienza a organizarse a partir de las decisiones que toman sus propios habitantes cada viernes en asambleas, que todavía sostienen.

Esta experiencia, inédita en Argentina y en el mundo, va a contrapelo del formato de hogares y paradores donde las personas deben “hacer cola” durante largas horas para ingresar pero a las 8 de la mañana son expulsado nuevamente a la calle, además de no participar en ninguna de las decisiones de la institución.

“Cuando uno entra al Monteagudo pareciera que está en un club inglés”, bromea Moffat y añade ya más serio: “Todos te saludan, son cordiales, viven en libertad, con respeto. Uno que tiene 80 años y está próximo a partir piensa cuál es el mundo que deja y conocer esta experiencia me hace creer que hay esperanza, que se puede hacer lo imposible”.

Además de ofrecer los registros fotográficos de Julio Colantoni y Walter Sangroni, el libro realiza un recorrido pormenorizado de la legislación porteña hasta llegar a la Ley 3.706, deProtección y Garantía Integral de los Derechos de las Personas en Situación de Calle y riesgo de Situación de Calle, sancionada en 2010 e impulsada por Proyecto 7, entre otras organizaciones.

Pero es en el repaso por su propia historia donde Proyecto 7 ofrece el contenido más rico para otros espacios y colectivos que trabajan con la problemática: “las organizaciones tenemos un vicio que es que muchas veces arrancamos de cero cuando en realidad podríamos aprender de otras experiencias”, sostuvo también durante la presentación Florencia Montes Páez, de No Tan Distintas, un colectivo de mujeres en situación de calle.

Y concluyó: “Y en este sentido el libro tiene una riqueza enorme porque desarma el enfoque asistencialista y demuestra que las cosas sólo se logran colectivamente, haciendo que la persona en situación de calle se sienta protagonista de su historia, de sus decisiones y no un sujeto pasivo en el que el trabajador social, psicólogo, etc. deposita sus saberes e impone sus soluciones.”

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