Asesinato de Rafael Nahuel en Bariloche.

Publicado: 28 nov 2017
Comentarios: 0

Tenìa  21 años, era del barrio Nahuel Hue, Alto de Bariloche;  Rafael Nahuel, «Rafita» había nacido el 15 de agosto de 1996.
No era un «delincuente» o un «Mapuche violento» o un «indio de la RAM que se lo merecía» como dicen comentarios en redes sociales volcados hasta por «periodistas» que hace rato perdieron su dignidad.
Rafael Nahuel había llegado hasta la zona de Villa Mascardi para acompañar a la comunidad de la Lof Lafken Winkul Mapu que se había instalado meses atrás como parte de lo que consideran la recuperación de un territorio ancestral.
En el monte, hacia donde presumiblemente había escapado el jueves pasado ante la irrupción de fuerzas federales que desalojaron el lugar, lo encontró el sábado el grupo especial Albatros, de la Prefectura.
Fue asesinado inerme por personal de «Albatros» de Prefectura con un calibre 9 mm hallado en su cuerpo.

La Ministra de Seguridad Patricia Bullrich emitió un «vergonzoso» informe oficial sobre los episodios que terminaron con la muerte del joven que participaba en la protesta por ocupación de tierras.

 

 

Según el Ministerio hubo disparos cruzados y un enfrentamiento que incluyó lanzas, cuchillos y disparos de los prefectos y de la comunidad mapuche.

 

Otro relato «Bullrich» como fue el inicio de sus contactos oficiales por el caso de Santiago Maldonado, desconociendo leyes, principalmente la Constitución Argentina votada en 1994 y las normas elementales del derecho que deben regir nuestra vida en democracia.

 

Acercando frases como estas, «el Ministerio lamenta lo sucedido pero considera que, en esta oportunidad, no se trató de un grupo de protesta o de reivindicación sino de una metodología de violencia armada, inadmisible con la democracia y el Estado de Derecho”, dichos que «ayudan» a la confusión que quieren generar para deslindar responsabilidades.

 

El sacerdote Ángel Tissot, que años atrás en su labor en Bariloche conoció a Rafael escribió acerca del “gran dolor” que lo invadió al conocer el trágico desenlace. “Son muchos los chicos que están muriendo en nuestros barrios y esta situación se agrava año tras año. No me puedo sacar la imagen del Rafita que participaba de los campamentos de las comunidades, su triste historia, su lucha por la vida… su fragilidad”, escribió el cura que ahora trabaja con la comunidad de Villa Itatí.

 

Otro pibe muerto, otra familia acongojada, ¿otra verdad que huye?