Día del Actuario.

Publicado: 23 oct 2019
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A través de una ley aprobada, la Legislatura instituyó el 23 de Octubre de cada año como el Día del Actuario, en el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

 

Se propuso esa fecha en conmemoración al natalicio (1903-1976) del español nacionalizado argentino José Barral Souto, quien fuera uno de los personajes más influyentes en la profesión de Actuario en la ciudad y el país.

 

Oleiros, A Coruña, 23 de octubre de 1903: En el juzgado municipal es inscripto por su abuelo un niño nacido el día anterior en casa de sus padres, José Manuel Barral Díaz y Elisa Souto Santiso.

 

Cambridge, Massachusetts, 10 de junio de 1961: El economista de Harvard mundialmente conocido, Wassily Leontief, se dirige al decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires solicitándole autorización para traducir y publicar en una revista que recoge las mejores obras científicas en lengua no inglesa un trabajo del año 1941 en el que José Barral Souto “anticipara en su esencia el enfoque de la programación lineal en la teoría económica»

 

Su trabajo del año 1941 Leontief lo calificó como anticipación de la esencia del método de programación lineal en la teoría económica. Tanto Leontief como Kantorovich, Koopmans, Stigler o Samuelson estuvieron en mayor o menor medida vinculados al tema del que se ocupó Barral Souto. Los cinco recibieron el premio Nobel en Economía, lo que resalta el valor de la contribución de Barral Souto y la hace, cuanto menos, acreedora al título de anticipadora de la programación lineal.

 

Souto fue ayudante del economista matemático Gondra, brindando al mito un componente esencial: la relación maestro-discípulo, bajo la forma profesor-ayudante, donde el discípulo supera al maestro. Barral Souto descubrió la programación matemática –una de las mayores contribuciones instrumentales de la economía matemática–, en los años treinta del siglo pasado, es decir, antes que Wassily Leontief. Y aquí es donde el mito alcanza su punto máximo (para decirlo en jerga neoclásica): el verdadero descubridor es víctima de una injusticia, no es reconocido por sus pares. Recordemos que el reconocimiento de los pares es fundamental en el campo de la ciencia, es lo que determina las posiciones en el campo. Claro que en este caso los “pares” no acusan reciprocidad.

La historia de Barral Souto es, en realidad, un testimonio de los reducidos márgenes que brindaba la Argentina del “granero del mundo” para el desarrollo de la comunidad económica local. Un sistema productivo primario en que las principales líneas de política económica eran trazadas desde Londres no necesitaba de una comunidad de economistas, siendo de mayor funcionalidad para la gestión de la colonia el grupo de abogados y financistas que alternaba su vida laboral entre la gerencia de los ferrocarriles ingleses y los despachos de la administración nacional.

 

Así, mientras Leontief usó la programación lineal para recomendar el bombardeo aliado de las fábricas de insumos básicos en la Segunda Guerra Mundial, Barral Souto la utilizó para demostrar formalmente la validez de la teoría ricardiana de las ventajas comparativas que nos condenaba a ser la granja de los ingleses en plena década infame, cuando esa división internacional del trabajo se mostraba totalmente agotada. La nula importancia con que recibió la comunidad de economistas del centro los aportes del “gallego” Barral son uno de los numerosos ejemplos de que la universalidad de la ciencia no lo es tanto, y del limitado rol del “bocho” en el desarrollo de la disciplina.

 

 

El Actuario se especializa en la gestión y administración del riesgo sobre la base de modelos estadísticos y predictivos con aplicación de conceptos de la Economía, la Administración y el Derecho. En la Argentina se cursa sólo en la Universidad de Buenos Aires o en la Universidad del Salvador.

 

El Actuario valúa las condiciones de funcionamiento de las organizaciones públicas y privadas a efectos de la gestión integral y especifica de los riesgos a las que están sujetas, ya sean riesgos operacionales, crediticios o de mercado, para garantizar la viabilidad y estabilidad de sus operaciones.

 

Así participa en el desarrollo de estrategias integradas de comercialización, genera modelos de proyecciones patrimoniales y de resultados de las organizaciones con el respectivo análisis del riesgo a efectos de desarrollar políticas y procedimientos tendientes a proveer estabilidad, solvencia y /o rentabilidad en el largo plazo.

 

Todo hecho que puede provocar un riesgo está relacionado con el Actuario, que tiene la capacidad para estimar los posibles futuros de una compañía, en su mayoría de seguros.

 

En la era de la innovación tecnológica y de la información, muchos consideran que se trata de una de las profesiones con mayor proyección a futuro.