Usurpación de las Islas Malvinas.

Publicado: 03 ene 2019
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El 10 de noviembre de 1832 el gobierno de Buenos Aires nombró como nuevo gobernador de las islas al mayor Esteban Francisco Mestiver, enviándolo junto con 25 soldados a bordo de la goleta Sarandí.
A los pocos días se produjo una revuelta y Mestiver fue asesinado, siendo reemplazado interinamente por el teniente coronel de marina José María Pinedo.
El 2 de enero de 1833 apareció frente a Puerto San Luis la corbeta inglesa HMS Clío.
Pinedo, cumpliendo con las normas protocolares, mandó un oficial a la nave inglesa para recibirla e intercambiar los habituales saludos.
Al abordar la Clío fue intimado por el capitán John James Onslow a desalojar las islas en nombre de la «soberanía inglesa».
A las 9 la mañana del 3 de enero de 1833 el pabellón argentino fue arriado. Lamentablemente para el honor nacional Pinedo no presentó resistencia y se retiró a Buenos Aires a bordo de la Sarandí, dejando a algunos hombres en el poblado a cargo de Juan Simón a quien nombró Gobernador Político y Militar de las islas en su reemplazo.
A los pocos días la Clío se marchó. No quedó autoridad inglesa alguna. Este hecho es clave para los futuros planteos argentinos.
Gran Bretaña actuó de facto, de hecho, es decir por la fuerza. Desalojó una población nativa y comenzó a establecer una colonial. Es de gran trascendencia porque con frecuencia – sobre todo en la actualidad – frente a las reclamaciones argentinas los ingleses han argumentado que ellos respetan los deseos de los habitantes de las islas y que deben participar en la toma de decisiones. Esto no es así, pues Inglaterra obligó a la población local a retirarse por un acto de fuerza e impuso otra, luego plantea que estos nuevos habitantes y sus descendientes – población implantada por el usurpador – tiene derechos a decidir.
Incluso la ONU ha rechazado este argumento por considerar a los llamados kelpers como población colonial impuesta por un Estado usurpador.
Conocidas las noticias de la invasión inglesa, el gobierno de Buenos Aires – encargado de las relaciones exteriores y los negocios generales de la Confederación – a cargo de Juan Ramón Balcarce protestó ante las autoridades inglesas por medio del Ministro de Relaciones Exteriores Manuel Vicente Maza. .
El 17 de junio de 1833 el Ministro plenipotenciario argentino en Londres, Manuel Moreno, elevó un nuevo reclamo ante Gran Bretaña protestando por la usurpación y el insulto al pabellón nacional. Moreno afirmó el derecho español por descubrimiento, por poblamiento y por los sucesos de 1770 cuando los británicos reconocieron la soberanía española.
Los invasores respondieron aludiendo que la Clío había actuado por órdenes del gobierno inglés y justificaron la usurpación.

El 22 de agosto de 1833 se produjo un alzamiento en las islas encabezado por el famoso gaucho Antonio Rivero.

El tema ha dado lugar a la polémica entre los historiadores. La realidad parece indicar que Rivero se rebeló reclamando el pago de sueldos atrasados y asesinó a la única autoridad argentina: Juan Simón y a cuatro personas más. Una de ellas era un hombre de apellido Dickson al cual Onslow le había encargado la tarea de izar el pabellón inglés todos los domingos. Los asesinatos generaron la dispersión de la escasa población existente.
El 8 de enero de 1834 arribó la fragata HMS Challenger comandada por el capitán Seymour quien envió al teniente Henry Smith para que pusiera orden. Al carecer de leyes para juzgarlos decidió enviarlos a la única autoridad de referencia, es decir a Buenos Aires, lo que implicaba reconocer la soberanía argentina.
Desde entonces no hubo autoridad argentina alguna hasta la recuperación del 2 de abril de 1982.

Hoy, a 186 años de esa ocupación ilegítima que aún persiste, el pueblo y e lGobierno argentinos (hoy con menos muestras de dedicación) reafirman, una vez más, los imprescriptibles derechos de soberanía de la República Argentina sobre las Islas Malvinas, que forman parte integrante del territorio nacional argentino.

Asimismo, se recuerda el objetivo permanente e irrenunciable, consagrado en la Constitución Nacional, de recuperar el ejercicio pleno de la soberanía sobre los mencionados territorios y espacios marítimos, conforme los principios del derecho internacional, y respetando el modo de vida y los intereses de los habitantes de las Islas Malvinas.

Desde hace décadas, y significativamente en los últimos, tanto las Naciones Unidas cuanto la Organización de Estados Americanos,entre otros foros, instan a la Argentina y al Reino Unido a reanudar las negociaciones bilaterales a fin de encontrar, a la mayor brevedad posible,una solución justa, pacífica y duradera de la disputa de soberanía.

No obstante, la renuencia británica a abordar la cuestión de la soberanía continúa y, asimismo, se han multiplicado los actos unilaterales británicos, los que no sólo no contribuyen a la cooperación bilateral sino que, además, contrarían el llamamiento de las Naciones Unidas a no adoptar medidas unilaterales.